No sabía cómo salir de allí. Estaba empapada y Martín también, olía a pillada monumental, y tenía que evitarla a toda costa. Me quedé allí, escondida, sin saber qué hacer. Hasta que llegó Martín. Me alarmó escuchar que alguien entrara al baño, pero después de que corriera la cortina y lo viera, se me pasó todo.
-Toma-me dijo, acercándome mi mochila.
-Pero Martín van a ver que me he cambiado de ropa…-le contesté, susurrando.
-Lo hecho está hecho, nena, qué quieres que te diga.
Joder, ese “nena” penetró en mí. Puse cara de preocupación, realmente me había metido en un gran lío. La puerta del baño se escuchó.
-¿Qué coño hacéis?
Raquel. Mierda, mierda y mierda.
-¡Shhhhhhhh!-le dijo Martín.
-Coño, ¿tú eres el Martín de la fiesta?
-Sí, lo es, calla por favor-le rogué.
Raquel sonrió pícaramente.
-Joder, África, qué callado te lo tenías…
Martín rió.
-¿Sigue buscando Lucas?-le pregunté con urgencia.
-Sí, pero está por fuera. Espera aquí, te presto unos leggins que tengo idénticos.
Suspiré y me llevé las manos a la cara.
-Entra en la ducha.
Martín me miró extrañado.
-Es por si entra alguien más, para que no nos vean…-le expliqué.
-Ah…
Me reí internamente. El chico tenía ganas de juerga, al parecer. Lo miré de reojo y comprobé que no paraba de comerme con la mirada. Joder, para. Me giré hacia él. Se apoyó sobre mi hombro y me miró tiernamente.
-El pelo mojado te hace muy sexy…-me dijo.
Joder, a ti no te hace falta tener el pelo mojado, pivon. Dejé de mirarlo y apoyé mi cabeza sobre la suya, que seguía sobre mi hombro. Noté que tiritaba. Normal, con el frío que hacía… Empecé a tener mucho frío también. Al ver que tiritaba, me rodeó con sus brazos y me empezó a dar besitos en el hombro.
-Podríamos estar así siempre, que lo sepas-me dijo.
-Me dijiste que solo querías pasarlo bien conmigo, Martín.
-Hasta que te vi con ese niño.
-Ese niño tiene mi edad.
-Me da igual.
Se separó de mí y me miró intensamente. Estaba más guapo que nunca. Su pelo pasó de estar mojado a húmedo. Estaba tan sexy y tierno a la vez… Suspiré. No fui capaz de mantenerle la mirada.
-Toma-nos interrumpió Raquel.
-Bueno, yo me voy. He sido yo el que me he mojado sin querer en la ducha, ¿vale?
-Sí-le dije, tímidamente.
Martín salió del baño. Raquel entró en la ducha y me ayudó a ponerme la ropa.
-Estás congelada, tía, vas a pillar una gorda…
-Pf…
-¿Estás bien?
Exploté. No pude más. Empezaron a caer lágrimas sin parar a causa del agobio, de la acumulación de situaciones que eran superiores a mí. No estaba acostumbrada a nada de eso, y que me viniera todo de golpe no ayudaba en nada.
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África
Teen FictionInconformista, joven, inteligente, simpática, aunque como ella misma se describe: friki. 17 años no le son suficientes para hacer lo que a ella le da la real gana, y a pesar de que no crea en la mítica frase: ''año nuevo, vida nueva'', pronto experi...