III

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Las vacaciones se iban acabando y yo aún sin hacer los deberes, y lo peor es que en una semana tenía la recuperación de inglés. Soy, en general, muy buena para los estudios, pero los idiomas eran mi asignatura pendiente. Francés lo había aprobado sorprendentemente gracias al examen de evaluación. Ni mi profesora se lo creía, pero me sentí orgullosa de mí misma cuando vi un ocho en el examen. Lo primero que hice fue darle un buen achuchón a Raquel por las noches que se quedó en casa para ayudarme. Después pasé por delante de la profesora con aires de grandeza, había sido capaz de aprobar y con notaza la asignatura que según ella era imposible que la aprobara.  Profe 0-1 África.

Era el primer fin de semana del año y mis amigas y yo decidimos irnos de rebajas, como buenas compradoras compulsivas. El Sábado 4 de Enero ahí estábamos el trío calavera esperando en la parada del bus impacientes.  Me daba pena Ester. Raquel y yo estábamos algo enfadadas y ella estaba entre la espada y la pared. ¿El motivo de la disputa? Doña celosa compulsiva se había enterado la noche anterior de que el primer día del año su novio comió conmigo. Yo le quise quitar importancia al asunto cuando me lo dijo, y eso le hizo enfadarse aún más. Mientras me replicaba que había quedado con su novio a solas, yo no pude evitar reírme de ella, su ataque era excesivo para el rato que había estado con Sergio. Además, ¡era mi mejor amigo! Si hubiera comido con Lucas… Uf. El día anterior él y Ester quedaron por primera vez. Ella no nos quiso contar qué tal por WhatsApp, así que a la motivación de renovar mi armario comprando ropa, se le añadía que descubriría si entre una de mis mejores amigas y el chico del que estoy un pelín pillada, había pasado algo.

Ya subidas en el bus y rumbo al centro de la ciudad, Raquel, que es aún más cotilla e impaciente que yo, si eso es posible, no tardó en preguntarle por el tema.

-Venga va, suelta, ¿hasta dónde te metió la lengua Luquitas?

¡Burra! Qué romántica era a veces… Ester sonrojó. Ala, confirmado, se habían liado, a mi amiga se le notaba. Traté de disimular mi decepción.

-Oh, ¡qué monos!-exclamé.

Ester sonrojó aún más.  Ojalá yo en su piel anoche.

-Es monísimo chicas… Ya me lo parecía, pero es que cuando lo tienes en frente y te dice que le beses… uf…

Joder, qué morro. Pero perdona, a mí no me hace falta tenerlo al lado para saber que es monísimo. A ella, cosa que me parece injusto, le había hecho falta que él se le acercara y le pidiera rollo para darse cuenta. Mi suerte es nula.

-Me llevó al parque de enfrente de su casa y nos sentamos en un banco. Me estuvo contando un par de cosas y que se quiere apuntar a rugby…

Se me encendió la bombilla. Dejé de escucharla por un momento. Rugby, Martín. Hacía ya un par de días que no pensaba en él, puesto que no me volví a cruzar, desafortunadamente, con él por el pasillo de mi casa. Mi hermano debería plantearse seriamente traerlo a casa una temporada. O a vivir. No le pongo pega ninguna. Tras mi digresión, continué escuchando a Ester.

-…y besa genial… Me ha dicho que le encanto, que se había fijado antes en mí, pero que como tenía novia pues no quería estropearlo… Pero que en cuanto lo dejaron, se planteó pedirme para salir… y bueno, eso. Ay, no sé…

Sonrojó de nuevo. Yo le miraba con una sonrisa de oreja a oreja, simulando que me alegraba por ella, pero realmente, y aunque me sabía fatal, me moría de envidia.  

-¿Y entonces qué sois?-le preguntaba contentísima Raquel.

Que no dijera la palabra, que no la dijera…

-Novios, novios no…

Bueno, la había dicho pero negándolo, me conformaba, aunque sabía que si seguían así al final podrían llegar a serlo… Mi amiga estaba realmente feliz. A mi Lucas me alegraba el día solo con hablarme por WhatsApp para pedirme los deberes, así que podía imaginarme el nivel de felicidad que se podía llegar cuando sabes que le interesas.

ÁfricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora