XVII

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No llegué a casa caminando, lo hice en una nube. Martín era mi chico y no dudaba de ello. No llevaba ni un día con él desde que nos perdonamos y ya me sentía la chica más feliz del mundo. Quién me iba a decir a mí que ese guapetón que me encontré el primer día del año, iba a ser mío en cuestión de semanas.

Antes de entrar en mi habitación, me encontré en el pasillo con Mario. Sí, en ese pasillo.

-¿Dónde has estado?-me preguntó-. Ah, espera, que tu cara me lo dice todo…

Puse los ojos en blanco y resoplé. Después sonreí irremediablemente. Entonces me acordé de lo de Esther, Omegle y él. Aún no podía creérmelo. No creo que en las casualidades, igual estoy loca, pero me da igual, creo en el destino y, por ello, mi amiga y mi hermano se encontraron al azar en esa web porque algo o alguien lo había querido así.

-¿Pasa algo?-me dijo, después, supongo, de cambiar mi expresión repentinamente.

-No.

No le convencí demasiado, pero aun así se giró y entró en su cuarto.

-Has hablado con tu hermano?-nos escribió Raquel por el grupo.

-No, qué quieres que le diga?

-A ver, esto es una cosa mía, yo no quiero que le digas nada…

-Tía no nos puedes dejar así…-protestó Raquel.

-Es una gilipollez, da igual…-dijo Esther.

-No lo es, al menos para él, desde que hablasteis no cerró la conversación y ha investigado todo tu face, tía!-insistió Raquel.

-A ver, que hagáis como si no hubiéramos visto nada, en serio.

-Yo respeto lo que dices Esther…-le dije.

-Pero no te gusta Mario?

-No… es el hermano de Afri!

-A ver, eso no te tiene que condicionar… mejor, te aseguras una cuñada de puta madre!

-Jajajajajajajajajajajaja-le contesté a mi amiga.

-Ay Raquel, esto es algo serio…

Cambiamos de tema, estaba claro que Esther no estaba cómoda hablando de ello.

-Ehhhhhhh peopleeeeeeeee, podríamos salir esta noche!-envió Raúl por el grupo de la acampada, al que ya agregamos a mi hermano.

-Ya nos echas de menos? ;)-escribió mi bombero.

-Eh pues sí, la acampada me ha sabido a poco!-puso Sergio.

-Sí, y no ha habido alcohol, eso es pecado…

Raquel y el alcohol….

-ESTA NOCHE SE SALEEEEEEEEE!!!!-escribió Raúl.

 QUIERO OÍR UN SÍIIIIIIIIIIIIIII!

Dicho y hecho. Eran las 8 cuando decidimos que lo mejor para despedir un fin de semana como ese era salir. Quedamos a las 12 para coger un bus y llegar hasta el Paseo Marítimo de la Barceloneta. Opium Barcelona fue nuestra discoteca elegida. Nunca había estado allí. Obviamente había oído maravillas de ella. Al principio, todos nos opusimos al plan, la mayoría de nosotros éramos menores y no queríamos arriesgarnos, pero finalmente Raúl nos convenció. Estaba cansada, pero a la misma vez tenía ganas de volverme loca con mis chicas, beber con Sergio, reírme con Raúl y normalizar aún más la situación con Lucas. Ver a mi hermano borracho era otra de mis asignaturas pendientes, y dedicarle alguna que otra mirada fulminante a Rebeca tampoco me importaba. Esa noche marcaría mi terreno, dejaría claro a esa pelirroja caza bomberos que Martín ya no estaba disponible.

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