14.El Momento.

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Mehmed.

Estaba preciosa, el vestido rojo que usaba realzaba su figura y que tenía un escote que lograba desviar por completo su atención, llevaba el cabello suelto y liso, como a él le gustaba, apenas llevaba un pequeño collar en el cuello, y unos pequeños aretes.

Su mujer estaba radiante.

Su sonrisa lo hacía feliz.

Y sus pequeñas carcajadas calentaban su corazón.

- Orhan - dijo entre risas - Somos un desastre.

Seguían bailando o bueno, el mejor intento de baile que podían, pero en realidad no le importaba hacer el ridículo con tal de hacerla sonreír.

La tomó por la cintura y empezaron a moverse lentamente al compás de la melodia que ahora tocaban, Mahidevran puso la mano en su hombro como observó que los demás hacían.

Ese momento era perfecto, el más perfecto que ha podido tener.

Pensó mientras se miraban a los ojos, mientras se movían lentamente.

Sin decir palabras unió sus labios a los de ella.

Y en ese momento si le tocará morir, moriría totalmente feliz.

La sintió corresponder a su beso y poner los brazos alrededor de su cuello para intensificar más el beso.

Sonrió contra sus labios y ella también lo hizo.

El momento más perfecto.

Al separarse miró como su rosa apartaba la mirada y mirada al suelo ¿que pasará por su cabeza?

- Sultana - tomó su barbilla - ¿pasa algo malo?

Lo miró en silencio y observó como se sonrojaba.

- Tenemos que hablar - se aparta de su toque - sobre lo de hoy, en los baños.....

- Oh - sonrió ante el recuerdo - debemos terminar ese asunto.

Le sonrió con picardia y ella se puso aún más roja.

- No podemos - le dijo - esta prohibido....

- Lo prohibido siempre es mejor....

- Ante las leyes le pertenezco al Sultán Suleiman - miró alrededor y lo tomó del brazo para alejarse de la pista de baile improvisada - y eres menor que yo....

- No me importa - miro que se encontraban en un pequeño lugar oscuro - y no le pertenece a él...

La empujó contra una pared poniendo sus brazos sobre la cabeza de ella e inclinándose casi para rozar sus labios juntos.

- Me pertenece a mí - y sin más, la beso con pasión, arrancando gemidos de ella cuando el beso se hizo aún más intenso.

Suya.

Suya.

Suya.

No de su Padre.

La rosa del Sultán. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora