1538.
Palacio viejo.
Mahidevran.
3 días despues.
El chico estaba loco.
Era demasiado dedicado a su trabajo.
O talvez se golpeó la cabeza después de la caída en los arbustos.
Si, eso era, había tenido algún tipo de accidente y ahora ella tenía que pagar las consecuencias.
Oh Alá.
Ella solo quería paz y tranquilidad y la vida le trae estas sorpresas.
Orhan era extraño, desde hace 3 días había dado inicio a su servicio como guardia personal para ella.
Pero, bueno, no era solo un guardia personal.
Era demasiado lindo y detallista, la cuidaba y vigilaba cada paso que daba, entre el y Elmas se encargaban de que saliera, se levantará, se alimentará y si no lo hacía los 2 la perseguían como niños pequeños.
Era lindo en cierto sentido, pero muy asfixiante - pensó mientras terminaba su almuerzo.
Era hora de dar un pequeño paseo por los jardines con sus dos guardias.
Que Alá le ayude a soportar a esos 2.
Elmas.
5 días después.
Mahidevran era ciega.
O talvez algo tonta.
Pero ella no; ella si notaba las miradas insistentes y anhelantes que el acosador personal de su mocosa le lanzaba.
Y rápidamente se dio cuenta que podía aprovecharse de eso.
Lograria que su mocosa olvidara al pelón de Suleiman, que el chico deje de poner mirada de cachorro cada vez que mira a Mahidevran y ella obtendría la diversión que necesita desde hace años.
Todos felices.
- Mahidevran - interrumpio la caminata que estaban dando en el jardín en silencio mientras el acosador las seguí a pasos de distancia - Ece Hatun queria hablar contigo hoy.
- ¿Ece? ¿Tiene algún problema? - preguntó preocupada por la Hatun mencionada.
- no - negó rápidamente - sólo que seguramente se siente sola, ya sabes, las rubias siempre quieren atención.
- Elmas - le regaño.
- ¿iras a verla o no?
- si, iré ¿cuando quiere que la vea?
- Ahora mismo - miro de reojo al niño que las observaba intrigado - Muévete.
- esta bien - aceptó la mas joven - Vamos.
- No - ese no era el plan - ve tu y préstame a tu joven y extraño guardia.
- No dejaré que le interrogues...
- No voy a hacer eso - trato de parecer inocente sonriendo y logrando mostrar los hoyuelos en sus mejillas - solo no quiero sentirme sola y desprotegida
Terminó con la mano en el corazón pareciendo más dramática de lo normal. Su mocosa solo blanqueo los ojos.
- esta bien - aceptó a regañadientes - pero no te creo nada, tu no tienes que cuidarte, la gente tiene que cuidarse de ti.
-¡oye! - salto - ni que yo sea un monstruo o una bruja.
La contraria no le presto atención ya que estába llamando con señas al murciélago.
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La rosa del Sultán.
Ficción históricaDonde Mustafa muere. Donde Suleiman muere. Donde el Príncipe Mehmed se convierte en Sultán. Donde Hurrem es madre sultana. Pero Mahidevran es quien gobierna el mundo. Todo comenzó con una extraña y prohibida atracción, que se llevo más allá de los l...