3.Viejo Palacio.

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Mahidevran.

Su Mustafa ya había sido enterrado hace ya una semana.

Y hoy era el día al que siempre le tuvo miedo.

El día en el que la trasladarán al viejo palacio.

Iba a ser enviada viejo Palacio, eso era inevitable y la criadas ya estaban alistando sus cosas para que se mudara al palacio que la antiguas concubinas llamaron "El palacio de lágrimas".

Pero eso ya no le importaba.

Suleiman había dado su último golpe y el más fulminante para destrozar su alma.

Pero eso no era nada de comparado con los recuerdos de su príncipe, su nacimiento, sus celebraciones, sus primeros pasos, sus abrazos, su primera palabra, aquella que fue ¡Mami!.

Los recuerdos la torturaban y la estaban enloqueciendo lentamente.

Y como si no fuese demasiado ya, Hürrem disfrutaba este momento como ningún otro, la rusa ya estaba planeando el nombramiento de Mehmed como heredero del imperio y con descaro y a pesar del dolor de Mahidevran se lo había revelado de frente y sin tapujos.

Bruja.

Eso es lo único que pudo decir antes de que Suleiman apareciera para defender a Hürrem.

"-Hürrem tiene toda la razón Mahidevran - le dijo mientras la sostenía por el brazo - no se puede perder tiempo, la próxima semana se nombrará a mi hijo, el príncipe Mehmed como el nuevo heredero del imperio.

La mujer solo le observó con lágrimas en los ojos mientras la pelirroja sonría satisfecha al ver como Suleiman le daba la razón. - "

Mahidevran miró a la nada, estaba encerrada en su habitación por cuarto día consecutivo, la madre sultana la invitaba a paseos, al jardín, a probar distintas telas con tal de animarla, nada funcionaba.

Mahidevran sólo deseaba una cosa: Morir.

Pero un niñito de 13 años arruinó sus planes y por desgracia lo seguía haciendo.

No sabía cómo ni cuándo el príncipe Mehmed se enteraba de sus planes y se oponía a ellos.

El niño la espiaba día y noche en momentos que ni ella sabia, una vez lo encontró sentado fuera de su puerta a mitad de la noche justo cuando pensaba en hacer una locura.

Al verla, el niño la observó en silencio y se cruzó de brazos frente a ella levantando una ceja retadoramente.

Ella no supo que hacer, ni que decir, así que sólo se encerró en su habitación en silencio.

Ese niño era muy raro.









Mehmed.

Ser el hijo favorito tenía sus ventajas, y ser el hermano mayor también, como por ejemplo: tus hermanos menores te ayudarán y harán lo que tú digas (a veces).

Pero él ser el hijo favorito tenía muchísimas ventajas, y una de ellas era el dinero que su madre y su padre le obsequiaban y que ahora le servía de mucho.

Pará comprar el silencio y la ayuda de los sirvientes para poder cuidar a la Sultana Mahidevran.

Esa semana completa la cuido y observó en silencio, la cuido en las noches fuera de la puerta de su habitación como un guardia.

Y no se arrepentía, de nada, ya que ella estaba viva y así no cometería ninguna locura.

Y si tuviese que renunciar al trono por la felicidad de su rosa el lo haría sin dudar, pero con el poder del trono el podría darle lujos, joyas, dinero, estatus, poder y así cumpliría la promesa que le hizo ese día.

La rosa del Sultán. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora