11.Pláticas Incomodas.

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Mehmed.

- ¿Pero que ha pasado? - fue lo único que logró decír Elmas antes de que Mahidevran se echara a correr como si no hubiese un mañana.

Los dos sólo observaron como corría, ignorandolos y en silencio se quedaron observando después de ver lo ocurrido.

Elmas abría y cerraba la boca de la impresión, mientras Mehmed apretaba más la almohada sobre sus partes íntimas.

- Pe-pero ¡¿pero que pasó aquí?! - casi grito la Hatun - no me tarde tanto para que esto pasara.

- Se hubiese tardado más - gruñó molesto y en voz baja.

- Si me hubiese tardado más, me la terminarías matando - miró de reojo la intimidad aún dura de Orhan - pequeño no eres, animal, y mi mocosa es demasiado delicada.

Frunció el ceño y la vio molesta, Elmas hizo lo mismo y se cruzó de brazos viéndolo a los ojos retadoramente y con una ceja en alto.

- ¿Sabes que? - se rindio la mujer - mejor te dejo solo, iré a ver a mi mocosa, ahí esta tu ropa, arreglatelas como puedas.

Sin decír mas Elmas salió de la pequeña habitación medio cerrando la puerta.

Maldiciendo la interrupción y con esfuerzo se puso la ropa. De camino a su habitación a paso lento, y con los recuerdos de ese beso, una sonrisa tonta se formó en sus labios.

Al entrar a sus habitaciones, y echarse a la cama, echo los brazos detrás de su cabeza, tarareo una canción mientras la sonrisa no se iba de su rostro,mientras pensaba en una sola cosa.

Mi Mahidevran, mi rosa, mi primavera, esta aún más cerca de convertirse completamente en su mujer.









Dos días después.

Mahidevran.

La puerta se abrió estrepitosamente, espantandola y haciendo que pegara un salto en su cama, miró quien era, y resultó ser una de las 2 personas que no la habían dejado en paz durante los últimos 2 días, era Elmas, otra vez, pero está vez con una bandeja en las manos.

- Mahi - canturreo - Mi querida Mahidevran.

Con vergüenza Mahidevran se hundió más en su cama.

- No has querido comer - hablo la mujer haciendo ruido que parecía de platos - asi que yo, como tú nana - no - oficial, te traje la comida y no me iré hasta que comas.

- Vete - le dijo con la cara en la almohada. -

- Nop - alargó la "p".

Elmas al ver que Mahidevran no le hacía caso, tomó medidas extremas.

- Lo lamento querida - le dijo antes de echarle una copa de agua encima, asustando a la mujer más joven de inmediato y haciendo que se levantara alterada de la cama,mientras se sacudía la ropa.

- ¡¿pero que estas haciendo?!

- Devolverte a la vida, querida - le contestó con simpleza - ahora comerás conmigo, y después iras al Hamman a darte un baño.

- No quiero ¡largate!

- Mira Mahidevran - suspiro rodando los ojos - ¿de verdad crees que vine sin preparación? ¿Acaso crees que lograrás que me vaya tan fácilmente?

- No me importa ¡vete!

La paciencia de Elmas se esfumó.

- Escuchame bien mocosa - le reto - es mejor que te comportes, no estoy de ánimos para soportar tus berrinches de niña malcriada y engreída, creí que ya habíamos superado esa etapa, asi que, ¡mejor siéntate y ponte a comer! ¡O si no, te juro, que el escorpión que tengo guardado para ocasiones especiales milagrosamente terminará en tu habitación!

La rosa del Sultán. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora