Capítulo dos: Tinta

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Mientras Jennifer iba camino a casa. En la cafetería pasaba otra cosa.

Erick y su hermano seguían atendiendo a las pocas personas que llegaban. Salían y entraban una, dos, tres personas. Volvían a entrar dos y salían cinco.

El día por poco acababa y a Erick no se le olvidaba la cara de la primera persona en visitar el lugar. Le dejó una fuerte primera impresión, era de esas personas que miras una vez y que no puedes olvidar.

La risa de Jennifer cuando vio la cara sorprendida de Erick cuando "adivino" su nombre, fue algo que tampoco se le olvidó. Desde ese momento, su risa fue el sonido favorito. En su mente retumbaba el pensamiento de: "Quisiera volverla a ver".

Erick deseaba encontrarla por la calle mientras iba por ingredientes para los postres del luga, encontrarla en la biblioteca o solo verla. Quería verla sentada en la cafetería con su estilo de vestir único.

En otro lado, mientras llegaba a su casa, Jennifer encontró como buena idea comprar una libreta y utilizarla como diario por que desde hace tiempo ha querido hacer algo parecido para expresarse, nunca tuvo alguien que de verdad se interesara en escucharla así que, perdió las esperanzas y se comenzó a escuchar a ella misma. A veces no solo se escuchaba sino que también se leía, a veces se sentía sola pero no podía hacer nada más que escribir, dibujar o hasta llorar e ignorar todo lo que estaba sucediendo alrededor.

Jennifer llegó a su casa y comenzó a escribir en la primera página.

Erick salió del trabajo, se quitó su boina, delantal y se fue a su casa.

La primera gota de tinta tocó la libreta y así, Jennifer comenzó algo que ni ella pensaba que podía hacer, expresarse.

"Hola, Erick..."

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