capitulo cuatro
Astrid
-Solo hace falta que traigas otros seis paquetes de vasos fosforescentes y es todo
-¿estás seguro mateo? Porque si hacen falta más cosas no cuentes conmigo para volver acá por ellos
-más que seguro
-bien, llego a la escuela en quince minutos -digo para luego cortar la llamada.
Me apresuro a pagar los seis paquetes de vasos para la fiesta de esta noche, ya han pasado tres semanas de organización, reuniones, llamadas, y gastos de dinero, o como diría Mateo, compras de último momento, así lo haya comprado dos semanas antes para mateo son "de último momento", tres semanas desde aquella tarde cuando le pedí a mateo que me cubriera en todo lo que tuviera que ver con esto de la fiesta de noche de brujas, y no tengo las palabras para expresar lo agradecida que estoy de que si cumplió con cada cosa que dijo.
Aunque la mayor parte del tiempo de estas tres semanas la pase con Markus y sus absurdos amigos, y digo absurdos porque mateo jamás estuvo con nosotros, no hablaría mal de mateo, si él es muy agradable como para yo poder hacer eso, claro debo admitir que estas salidas con Markus no me agradan en lo absoluto, a todos solo les gusta publicar cada cosa que hacen a sus redes sociales, juro que en una de estas suben cuantas veces fueron al baño, en fin, cada vez más detesto salir con Markus, solo que mi padre ha estado en casa y prefiero estar con Markus a estar con mi padre y escuchar todo el tiempo sus protestas de que no he ido a las clases de danza.
Últimamente Markus ha sido muy libre conmigo, si, es social con todo el mundo, pero ya no me agrada esta idea de que sea muy fácil de leer cuando estamos juntos, no puedo creer que lo diga pero extraño al chico idiota que conocía, al parecer no es un rompe corazones como el mundo habla, de hecho Markus es de buen corazón, es como un tiburón, se ven difíciles de domar, pero en realidad es muy fácil tomar control sobre de ellos, solo que la gente se deja llevar por la portada, esa misma que tienen todos los chicos en las películas de adolescentes, ricos, guapos, y rebeldes, esa es la idea que todos tienes del pequeño cachorro Markus.
Aun gira por mi mente esa vez que me llevo a su casa, no puedo creer que baile de esa forma en frente de él, pero me sentía cómoda, como si el no estuviera, o mejor dicho como si mi madre ocupara su lugar, ese era nuestro baile cuando le ganábamos a mi padre y a Mónica, mi maestra de danza era mi tía en ese entonces, sigo sin estar lista para hablar del tema, pero es lindo recordar esos momentos cuando aún me caía bien.
Salgo de la tienda para subir al Uber que había pedido hace unos minutos -al instituto John Williams, ¿cierto? - es la primera vez que pido un Uber, estoy acostumbrada a que Sofía me lleve de un lado a otro, pero no la he visto mucho desde aquel día.
-porfavor, y si no es muy descortés podría apresurarse -el conductor asiente y yo estoy en los nervios, necesito llegar antes de que la señorita Smith lo haga y note que Mateo es el encargado de todo y no yo.
Segundos...
segundos son los que me quedan para llegar al gimnasio, ¿quién podría imaginar que habría trafico un jueves por la mañana?, por ahora me encuentro corriendo lo más rápido que puedo.
debí hacerle caso al profesor de educación física cuando me dijo que su clase si me serviría para la vida.
¿pero por qué rayos nadie me dijo que la vida me tendría maratones preparados para diario?
-Astrid!!! -Mateo grita desesperado- dios mujer, me tenías con los nervios rebasados
-no vuelvo a involucrarme en estas sonsadas -digo jadeando
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Mi Querido Dulce Amor (EN PROCESO)
Romance•Faltas de Ortografía (siempre se mejoran) *A veces solo hay que abrirse para encontrar el amor* quizas el mundo no sea de colorores rosados, pero tampoco siempre sera de tonos grises, siempre hay mas allá de lo que imaginamos, solo hay que darle un...