No es un juguete II

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Capitulo cinco

Markus

Mi control tiembla y se rompe con cada beso, cada roce de mi lengua con la suya, la tiro en la cama subiéndome en ella, besándola desesperadamente, le quito las alas que le hacen conjunto con el disfraz.

Intento mantenerme al margen, quiero quitarle toda la ropa ahora mismo, devorarla, penetrarla, oírla gemir, pero no quiero que piense que deseo ir muy rápido, así que me tomo mi tiempo, acariciando su cuerpo, dejando besos húmedos por todo su cuello, cuando escucho su respiración convertirse en jadeos, puedo saber que esta igual de excitada que yo, pero de igual manera sé que esa es mi señal, bajo su vestido para descubrir por completo sus pechos, es realmente hermosa.

Ella esta tan lista para mí que me vuelve realmente loco, termino de quitarle el vestido hasta dejarla en pantis, regreso a ella atacándola, mi mano derecha recorre todo su cuerpo hasta llegar a su intimidad, muevo sus pantis a un lado, deslizo mis dedos sobre su intimidad, ella suelta un gemido, joder, es el sonido más sexi que he escuchado.

Mi dedo la penetra y definitivamente estoy a nada de explotar, necesito más.

-dios Markus... -Astrid gime, hundo mi dedo más profundo dentro de ella y la puedo ver aferrarse a las sabanas, sus caderas empiezan a moverse al ritmo de mis dedos.

Saco mi dedo, separándome de ella, me quito los pantalones, seguido de sacar un condón y ponerlo en mí duro miembro que está al borde del colapso, Astrid me mira con una lujuria impresionante.

La miro a los ojos con diversión

- ¿estas segura?

-jamás había deseado algo tanto como a ti dentro de mi

-no se diga más -vuelvo a ella de nuevo, mi duro miembro rozando su mojada entrepierna.

-estas torturándome

Eso fue todo lo que necesitaba escuchar para al fin penetrarla por completo de una sola estocada, ambos gemimos ante la sensación, por un momento no me muevo, solo me quedo ahí, sintiendo todas las sensaciones, Astrid se ve ansiosa por que me mueva, y obedezco.

Comienzo a moverme penetrándola cada vez más bruscamente, Astrid empieza a gemir más fuerte y vuelvo a besarla ahogándolos en mi boca

-ah, por dios Markus -jadea- oh dios, más rápido

-¿huh?, más rápido ¿eh?

El choque de piel contra piel, la sensación mojada y caliente, hace que quiera más, acelero mis movimientos, entrando y saliendo de su intimidad, dios, se siente tan delicioso, la poca luz que hay en la habitación le da un toque demasiado sexual.

La siento apretarse contra mi miembro y sé que le falta poco para llegar al orgasmo, Astrid gime sin control, su cuerpo estremeciéndose contra mí, su intimidad apretando mi erección, su orgasmo arrastrando el mío, aprieto sus caderas y me vengo.

Me tiro a su lado, el sonido de nuestras pesadas respiraciones hacen eco por la habitación, me lleva segundos poder recordar que estamos en casa de Andrea, mierda!

Me levanto rápido, me quito el condón seguido de tirarlo en el cesto de basura, Astrid me sigue con la mirada.

- ¿Estás bien?

No le respondo y recojo mi ropa, me visto lo más rápido que puedo, luego le termino de pasar toda su ropa a Astrid y parece incomoda, ella entra al baño y momento después sale, pero su semblante ha cambiado, ahora esta ¿molesta?, dios!, las mujeres son todo un problema.

Astrid abre la puerta y sale en seguida, salgo detrás para detenerla.

-¿Por qué estas molesta? -no sé qué pude haber hecho en cuestión de minutos para que se molestara de esa manera.

Mi Querido Dulce Amor (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora