Feliz año nuevo I

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Capitulo veintisiete

Astrid

Cuando abrí los ojos y la luz del sol estaba a todo lo que daba entre en pánico, tomé mi teléfono y al ver que no era ni medio día, la sangre volvió a correr por mis venas, por un momento creí que había dormido más de lo necesario, pero creo que dormí mis ocho horas exactas, porque si mal no recuerdo, después de mi momento un tanto arriesgado, Markus y yo nos quedamos dormidos de inmediato.

Salgo de la cama lo más cuidadosa que puedo, no quiero despertar a Markus y escuchar sus chistes malos sobre mi comportamiento agresivo que tuve hace unas horas, solo para que me cumpliera mi capricho. Me acerco a la puerta y con delicadeza la abro, al salir de mi habitación y cerrar la puerta con la misma intención de hace rato, cuando logro cerrarla sin hacer ruido me doy la vuelta y mi corazón se detiene al instante en el que veo a mi padre delante de mí con su bata de noche y un café en sus manos.

—Me estaba preguntando si debía entrar o mejor me ahorraba el momento incomodo de ver al novio de mi hija sin ropa —el tono tan calmado que utilizo me hace preguntarme qué clase de padre tengo.

—Él no está desnudo —aparto la mirada—, y no es mi novio...

—¡Ay Jesús! Pero Lady, que clase de hija hemos criado —alza sus brazos hablándole al ¿techo? —, nuestra hija tiene sexo con un chico que no es su novio —dice sin mirarme.

—Nosotros no... —me interrumpe.

—Hija, puedo ser todo lo que quieras, pero no un estúpido, por supuesto que tuvieron sexo.

—Podrías no volver a decir la palabra sexo en voz alta —hago un gesto de desagrado—, por favor.

—Para la otra, mejor dime que me vaya de la casa por favor —ríe.

—¿A caso tú... —vuelve a interrumpirme.

—Gracias a dios no escuche nada, pero dos jóvenes con problemas emocionales en una misma habitación tienen letras en grande que le avisan a todos los que pasen por la entrada, ¡ESTOS DOS TENDRAN SEXO! —alza la voz y me hago pequeña de la vergüenza.

—No quiero seguir con esta charla —sonrió incomoda.

—Está bien, cuando Markus despierte le dices que les deje el desayuno en la mesa y que los veo en el centro comercial en una hora —se da la vuelta para irse y lo detengo.

—¿Para qué en el centro comercial? —m rostro tiene subtítulos en este momento y clara mente pregunta a gritos de que rayos habla este señor.

Mi padre me regala una cara de desagrado, se da la vuelta para mírame bien y dándome la taza de café, habla.

—Año nuevo hija —se da la vuelta para irse sin que lo moleste—. ¡Hoy celebramos año nuevo! —grita.

Mierda, lo olvide.

Estaba a punto de volver con Markus cuando el timbre sonó, quizás sea Sofía, así que, bajo las escaleras para abrir la puerta, por mi pensamiento de saber quién era abro la puerta sin prestar mucha atención y para mi sorpresa no era mi mejor amiga, más bien era...

—Estefany —digo con sorpresa—, ¿qué haces aquí?

—Astrid, me gustaría hablar contigo sobre lo que paso en el hospital.

—No es necesario —antes de aclárale que Markus ya había hablado conmigo ella sigue hablando.

—Quiero que sepas que todo este tiempo, mi comportamiento no ha sido más que un personaje, y te pido disculpas por aquellas ocasiones en las que dije cosas realmente hirientes —se acerca a mí y toma mis manos—, ese día en el hospital realmente no fue nada, desde siempre supe lo que él sentía por ti, por eso terminamos —se calla de golpe y se aleja de mí.

Mi Querido Dulce Amor (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora