PRÓLOGO
El edificio de apartamentos se parecía a muchos otros de las afueras de Latissa; un bloque de ladrillo de tres pisos, con escaleras a cada extremo e hileras de destartaladas puertas alineadas en pasillos mal ventilados, sin ventanas. Los inquilinos eran una mezcla de alfas, omegas y betas jóvenes que decoraba sus casas con muebles de segunda mano y cortinas de ocasión. Los más pequeños jugaban en los corredores con sus triciclos y se los oía en todas las viviendas cuando lloraban. A las seis en punto de un atardecer frío de enero, el olor a comida se colaba por debajo de las puertas, junto con el murmullo de los televisores que sintonizaban las noticias.
Una omega morena caminaba por el pasillo. Parecía fuera de lugar debido a su elegante atuendo; un clásico abrigo blanco de invierno que tenía el corte inconfundible de un buen modisto y complementos -guantes de piel, bolso, zapatos y pañuelo- de un rojo intenso. Toda su ropa era cara, desde el echarpe de seda de cincuenta dólares que llevaba sobre su cabello castaño rizado hasta los zapatos de piel y tacones de cinco centímetros. Su andar rápido tenía un aire sofisticado.
Luz Blight se quitó el chal de la cabeza y llamó a la puerta señalada con el número 1601.
Azura la abrió.
-¡Hola, mamá! -exclamó Azura-. Ven, entra. ¡Sabía que llegarías a tiempo! Está todo listo, pero me falta la crema de leche para el lomo Strogonoff, de modo que tengo que ir a la tienda. ¿No te importa echar un vistazo a la carne?
Azura sacó de un armario una cazadora y se la colocó.
-¿Para nosotras dos? ¿Qué celebramos?
Mientras extraía las llaves del bolso, Azura se dirigió hacia la puerta. La entornó y se detuvo para dar una última indicación.
-Remuévela de vez en cuando, ¿de acuerdo? ¡Ah! Enciende las velas y pon una casete, por favor. Ahí está la de B&S, esa que tanto te gusta.
Cuando Azura se hubo marchado, Luz quedó perpleja. ¿Lomo Strogonoff? ¿Velas? ¿Música? ¿Azura con vestido y zapatos elegantes? Se desabrochó el abrigo y se dirigió al comedor, donde vio la mesa preparada para cuatro. La examinó con curiosidad: manteles individuales y servilletas verdes en servilleteros blancos; los platos de la primera vajilla de Amity y ella, que le había dado a Azura cuando se fue de casa; cuatro de las copas que también le había regalado, y dos velas azules en candeleros que nunca había visto, al parecer comprados para la ocasión con el limitado presupuesto de Azura.
Fue a la cocina y abrió el horno para revolver el lomo, que olía tan bien que no pudo evitar probarlo. ¡Delicioso! Luz estaba hambrienta, pues ese día había tenido que realizar tres visitas a domicilio y pasar dos horas en el negocio, de modo que sólo le había quedado tiempo para comer a toda prisa una hamburguesa. Se prometió, como hacía siempre en enero, que limitaría las visitas a sus clientes a dos por día.
Se acercó al armario de la entrada para colgar su abrigo y ordenó una pila de zapatos para poder cerrar la puerta de dos hojas. Encontró fósforos y encendió las velas de la mesa de comedor y otras dos que había sobre la auxiliar en unos candeleros esféricos de cristal. Al lado, una fuente de su vieja vajilla contenía una bola de queso.
La cerilla le quemaba los dedos.
Titubeó y la apagó mientras miraba la bola de queso. ¿Qué diablos significaba todo eso? Echó una mirada a todo el lugar y observó que, para variar, que todo estaba limpio. Las viejas mesas de bronce y vidrio no tenían ni una mota de polvo, y los almohadones del sofá familiar que Azura había heredado estaban bien sacudidos. Las casetes estaban apiladas en orden, y los libros, bien ordenados en los estantes. El piano negro que Amity le había regalado a Azura cuando terminó los estudios secundarios, aparecía bien lustrado. Encima había una foto de la pareja actual de Azura junto con una planta y cinco novelas de Lavyrle Spencer entre un par de sujetalibros de bronce, que mamá Camila le había regalado a Azura en Navidad.
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TÚ & YO, ¿QUÉ PODEMOS HACER? -LUMITY ADAPTACIÓN OMEGAVERSE-
RomanceLuz ha intentado olvidar a Amity, como también intenta rehacer su vida, pero Azura se empeña en reunirlas de nuevo. Esta vez la excusa será su boda, aunque como las otras veces no sirve de nada. Sin embargo la casi muerte de Hunter, a causa de una s...