RESCATE NO RESCATE

54 4 9
                                    

El dolor era difícil. La felicidad lo era también. Podías pasarte una vida construyendo aquello que te hace sentir bien y a lo que decides llamarle así, pero su permanencia jamás es segura... y lo sabes. Vivir con el temor de que eso se destruya y aparezca el dolor.

Afortunadamente yo jamás había vivido con ello. Me había acostumbrado al dolor y creía poder vivir con él... hasta ahora.

Era fácil cerrar los ojos y abandonarte a la paz... pero yo no podía permitírmelo, aunque tampoco era como si el agua helada que me bañó la cara me lo hubiera facilitado.

No sabía qué tanto había sido verdad y qué tanto mentira luego de que mis ojos adormecidos e irritados por el líquido, que no era agua, enfocaran de nuevo la mueca retorcida de Douglas sobre mi y se cerraran al instante. La verdad podía ser que en realidad nada hubiera sucedido.

Recordaba el ruido de una puerta abrirse, golpes, patadas contra el piso, amenazas, gritos... y luego el par de brazos que me envolvieron con protección y delicadeza levantándome del suelo. Quería volver a abrir los ojos para comprobar qué era lo que sucedía pero temía que no fuera mas que un sueño y que al hacerlo todo se desvaneciera, eliminando eso que podía ayudarme a soportar esa tortura de la cual Douglas planeaba hacerme víctima.

Apreté con fuerza mis párpados y entonces fue cuando sucedió.

-Estás a salvo. Todo está bien.- me susurró al oído una voz completamente desconocida pero simplemente tranquilizadora por el simple hecho de no ser la de Douglas.

Aunque no fuera tampoco de Matthew.

Bueno, tampoco podia esperar por él siendo que yo misma me había encargado de ocultar mis planes de él. Era tonto esperarlo como un héroe salvador... pero estúpidamente lo hacía.

-Sharon, ¿puedes escucharme?- insistió esa voz.

Él... él...¿cómo sabía él mi nombre?

Con esfuerzos abrí los ojos, encontrándome al instante con una mirada de un profundo y hermoso azul claro.

-Tú... tú, ¿quién eres?

-Me llamo Ryan, pero eso ahora no importa. ¿Cómo te sientes?

-Me sentiría mejor después de saber cómo es que tú...- me obligué a callar cuando una punzada de dolor proveniente de la comisura izquierda de mi boca me hizo recordar la situación en la que me encontraba.

-No temas, te llevaré a un lugar seguro donde te puedan atender. Estarás bien.

-No, yo...

-Confía en mi- me pidió con una tierna sonrisa colocando con suavidad un dedo sobre mis labios haciéndome callar justo antes de que mis párpados le obedecieran fielmente, más por necesidad que por voluntad, y por fin me quedara dormida.

Cuando volví a abrir los ojos después de aquel breve intercambio de palabras con aquel chico desconocido que inesperadamente me había salvado, todo había cambiado.

Ya no estaba más en ese suelo sucio de uno de los barrios más pobres de Phoenix, tampoco sentía la picazón en los ojos por el líquido que me habían arrojado encima y mucho menos estaba empapada del mismo: ahora estaba como en una especie de deja vù.

Había despertado por nueva cuenta en una habitación que no era mía y que tampoco conocía. ¿Sería la habitación de aquel chico de ojos cielo? ¿Su casa tal vez? ¿Quién era él y por qué me había rescatado?

Me llamo Ryan pero eso ahora no importa...

¡Cómo que no importa! A mi me importaba.

Decidida comencé a incorporarme sobre la blanda cama con olor a lavanda procurando no moverme demasiado, ya que estaba de pleno consciente de que los golpes que había recibido por parte de ese cobarde no tardarían en escocerme la piel. Y sucedió.

El secreto del callejón ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora