MANTENIENDO UN TRATO

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-¡Vaya, vaya! Pero si es la nueva cotilla de la semana- me interceptó de nueva cuenta la voz de Alexander en mi intento por huir de la escuela.

¿Es que acaso ésto se convertiría en una costumbre?

Realmente deseaba que no.

-¿Es que a ti no te ha servido de nada el golpe de la vez pasada o qué?- me giré hacía él viendo que esta vez no venía solo, y que dos de sus mejores seguidores, lo acompañaban.

-Si a ese imbécil no le he roto la cara no es por miedo, tontuela- me sonrío despectivamente,  tomándome del brazo a la vez que me empujaba junto con él a uno de los salones vacíos que estaban a nuestro lado, dejando afuera a los otros en especie de vigilancia.

-¿Ah no?- le reté ignorando la sensación de picazón en mi brazo justo donde sus dedos ejercían presión.

-Mira estúpida, ésta vez sólo quiero que le digas a tu defensor una cosa: aquí dentro podrá tener mucha inmunidad, pero allá fuera, los accidentes ocurren, y no se... tú sabes, ¿no? Nada ni nadie los ocasiona.

Y dicho lo anterior, soltó mi brazo con dureza, lléndose después dejándome sola con una fue advertencia que me impedía irme sin antes hablar con Matthew.

-Alex, no te ofendas pero esta vez si que me has dejado sorprendida. ¡Golpear al nuevo sólo por decirte un halago!

Sí, esa era la versión oficial que circulaba por la escuela y que evidentemente mi amiga no había dudado en creer.

Y en seguir comentando pese a que nos encontrábamos en plena clase.

-Da igual, supongo que de cualquier modo ya era un espécimen raro- le respondí a Diana volviendo la vista a los trazos sobre mi mesa.

-¡Sí! ¿Por qué no se me ocurrió antes? ¡Querías publicidad!

-No me voy a tirar a la dramatización por algo que ya no puedo evitar- le respondí rolando los ojos ante su exagerado sarcasmo.

-¿Y ahora qué va a pasar?

-¿Los segundos, minutos...horas? En general el tiempo.

¿Quería jugar a quién de las dos era la más sarcástica? Hecho.

-Sabes exactamente a qué me refiero.

-Si tu temor es que por mi culpa Matthew no te vuelva a hablar...es probable.

-¡Ms. Ellyds! ¿Podría ser tan amable de guardar silencio o bien de salir de la clase junto con Ms. Knegth?

Y optando por la primera de las alternativas que Mr. Gregory me había dado, me limité a seguir con mis planos sin volver a hablar con Diana del tema de Matthew pese a sus persistentes intentos por hacerlo.

No importaba cuánto me esforzara por mantener mi piel sin manchones amoratados, mi amiga siempre se esforzaría porque la piel de mis costados no permaneciera pulcra. 

No obstante lo anterior, en mi mente las palabras de Alexander resonaban una y otra vez.

¿Sería él capaz de hacerle daño a Matthew? Lamentablemente lo era.

...aquí dentro podrá tener mucha inmunidad, pero allá fuera, los accidentes ocurren, y no se... tú sabes, ¿no? Nada ni nadie los ocasiona.

Tenía que hablar con Matthew y advertirle del peligro que corría. Por mi culpa.

¿Qué le diría y cómo lo haría?

¿Me escucharía siquiera?

Digo, yo le había golpeado y... ¡mierda!

Un detalle evidente, o que debió de serlo desde un inicio, me golpeó en la cara. ¡Ahora Matthew podría contarle al resto del incidente con Alexander! ¡De mi incidente!

El secreto del callejón ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora