No, no he muerto y mucho menos andaba de parranda :/
Lean al final Plis.
*********•*********Tres tropiezos, un resbalón y varias risas a mi costa después, al fin habíamos llegado al riachuelo en el que se suponía que íbamos a pescar. Y digo se suponía porque honestamente yo no creía ser lo bastante productiva por mi parte. Ya bastante había dejado que desear con mis nulas habilidades en cuanto a senderismo se trataba.
-Finalmente hemos llegado.- obvió Matthew mis previas observaciones.
Dejé salir una bocanada de aire bastante sonora como para indicarle mi estado de ánimo: no más bromas, no más chistes.
El lugar en el que nos encontrábamos era bonito, bastante bonito. El correr apacible de las aguas del riachuelo era un sonido solo audible para los que se encontraran a cuando máximo tres metros cerca de él. Me acerqué con cuidado a la ribera del cuerpo de agua, sopesando con cada paso la humedad del suelo, alegrándome al no encontrar aparente signo de humedad suficiente como para jugarme una mala pasada y dejarme atrapada en el barro.
-¿Con cuanta frecuencia vienes aquí?- pregunté removiendo del suelo una pequeña piedra con la punta de mi pie.
-Este lugar pertenece al baúl de los recuerdos.- confesó ladeando la boca.
Enarqué incrédula las cejas preguntándome si hablaba completamente enserio o solo estaba jugando con lo poco que antes le había contado. Me reñí mentalmente al recordar que en ningún momento yo le había mencionado nada parecido a lo que él había dicho, enfadándome luego un poco más al reflexionar sobre lo estúpidamente aprehensiva que estaba siendo respecto a un conjunto de palabras.
Aunque era difícil confiar en la buena voluntad de alguien después de que todo lo que había obtenido no eran más que segundas y crueles intenciones detrás de una fachada amistosa. Y Matthew tenía mucho de ello, solo que por una vez yo quería creer en él como una gloriosa excepción y el comenzar a confiar en él en serio era un paso fundamental que aún me costaba dar.
Lo único que me intrigaba después de admitir que, al menos con esa simple confesión no estaba siendo un embustero, era el saber si al menos compartíamos algo más allá que la simple existencia del mismo.
-Y... ¿hay muchos?- me decidí a volver a hablar tras el silencio que se había instaurado entre nosotros.
-Supongo. Depende de cómo lo quieras ver... es decir, cada persona es diferente, tienen cada una recuerdos, cosas espiritualmente valiosas,... todo lo que más aman y deciden conservar en un cajón de madera cerrado con candado del cual sólo ellos tienen la llave.
-No confías en mí, ¿no es así?- concluí tomándome su respuesta como una clara evasión.
-No eres elocuente.
Touchè.
-Dijiste que ibas a enseñarme a pescar.- sugerí para cambiar de tema, sintiéndome totalmente estúpida.
La cara realmente me ardía y eso resultaba mucho más incómodo de lo que yo recordaba. Sujeté mi cabello en una improvisada coleta con una goma que traía en uno de los bolsillos de mis jeans sintiendo en todo momento el escrutinio al que me sometía la atenta mirada de Matthew.
-Y tú dijiste que no eras buena.- habló por fin después de lo que pareció una muy reñida lucha interna por parte de él y que quedó expuesta del todo en su cara.
-Yo no dije eso: dije que nunca en mi vida había pescado; supongo que no puedes ser buena o mala en algo que jamás has intentando, ¿o no?
-Anotado.- me dio un guiño- Así que veamos de qué estás hecha Doyle.- recitó burlonamente antes de fijar de lleno su atención en lo que seguramente sería una de las más humillantes experiencias de mi vida.
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El secreto del callejón A
Novela JuvenilA Sharon la impulsa una sola cosa: la venganza. A Matthew lo motiva un secreto que exije fidelidad: la ley. Hace un once años en una callejuela al sur de Phoenix, Nicholas Doyle fue asesinado tras ser brutalmente golpeado y su muerte ha quedado impu...