VENTAJA DE TRES

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Cap dedicado a: @ belenhenriquez589
Gracias por añadirme a tu lista de lectura.
Agradecimientos especiales a @kanizhaahzilvaah1 y @isabel1520 por su constante apoyo.
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Él lo sabía. Dios, claro que lo hacía. Pero, ¿cómo?

Apenas llevaba menos de una semana de conocerle y me había descubierto.

Me devané la cabeza en busca de alguna simple indiscreción que yo pudiese haber cometido frente a él, pero no encontré absolutamente nada.

De pronto angustiada volteé a verlo, y la mirada interrogante que tenía puesta sobre mí me dejaba ver a todas luces que yo no había hecho más que confirmarlo.

Yo era estúpida. Debí de haberlo negado, debí de haberme hecho la tonta y burlarme de él, debí de hacer todo menos callarme, pero no lo hice. Y ya no tenía caso que lo hiciera.

-¿Desayunamos fuera?- me preguntó como aquel que ha ganado la mejor partida de ajedrez de su vida.

Sabía lo que su ofrecimiento llevaba implícito, y no era precisamente el que hoy probablemente ambos faltaríamos al resto de las clases. No.

Y sin embargo acepté.

-Te veré en la entrada- le informé antes de tomar mis cosas y salir corriendo aprovechando el retraso del profesor.

Ya afuera en los pasillos, mientras me dirigía hacia la zona de baños, procuré no llamar mucho la atención: me mordí el labio intentando no llorar, y apreté con fuerza mi boca intentando evitar que cualquier sonido saliera de ella.

Pero una vez que hube llegado, me deslicé por la pared hacia el suelo, apretando mis rodillas contra el pecho, y ahí, entre el hueco de éstas, me derrumbé por completo.

Lloré no sólo por el hecho de que alguien hubiera descubierto mi patética enfermedad, sino por todo aquello que hasta entonces venía reprimiendo y ocultando bajo la fachada de una mujer fuerte e inquebrantable.

Lloré porque todo éste tiempo me la había pasado ideando mil y un formas de vengar la muerte de mi padre, idealizando algo que yo sabía que no era bueno.

Me había pasado toda mi vida imaginando cuan poderosa y felíz me sentiría una vez que lo lograra, pero siempre mis pensamientos sobre ese hecho futuro se fijaron en un previo y un posterior a mi venganza. Jamás lo hice para el momento exacto de su ejecución y ahora tenía las consecuencias frente a mí.

No tenía a nadie que me ayudara a hacerlo, nadie que me alentara ni que compartiera conmigo por completo el dolor por el que desde que tenía once años estaba pasando. Julia, David y nana Vilma podían decir que lo sentían, que lo comprendían e incluso que de estar en mi lugar harían lo mismo, pero lo único cierto aquí era que la única que estaba en esa situación era sólo yo. Nadie más.

Ahora que estaba por fin viviendo lo que debían de ser los días más felices de mi vida por ser aquello lo que siempre imaginé, ahora que debía ser valiente y totalmente firme, ahora que estaba a tan poco de lograr hacer justicia a mi padre... ahora yo tenía miedo.

Lloré un poco más por el simple hecho de admitirlo, y hubiera seguido haciéndolo de no ser porque un par de zapatos resonaron por las baldosas en señal de que alguien se aproximaba.

Me levanté de inmediato y me acerqué al lavamanos, abriendo la llave para lavarme la cara. El frío liquido sobre mi piel me hizo mucho bien.

-¿Señorita Ellyds? ¿Se encuentra usted bien?

Oh, no. No podía eso ser cierto. Dentro de todas las mujeres que pudieron haber entrado al baño, ¿tenía que ser justo ella?

-Sí Ms. Jhonson. Es sólo una jaqueca.

El secreto del callejón ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora