DE ENOJOS Y MENTIRAS

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¿Qué demonios se suponía que él estaba haciendo? Digo, para pavonearse de ser demasiado correcto no era lo que cualquier civil se esperaría de él. ¡Por Dios! ¿Acaso nadie le había mencionado que por ese estúpido comportamiento infantil podría ir a prisión?

Estábamos de acuerdo en que no, ¿cierto?

-¡Suéltalo!- grité furiosa avanzando hacia ellos.- ¡Detenganse ya!- corregí al ver que Ryan al menos parecía haber reaccionado y respondía a su agresor, y que obviamente no era apropiado emocionarme justo entonces por ello.

-¡No te metas!- me respondió Matthew mientras sujetaba por el cuello de la camisa a Ryan.

-¡Tú no me vas a decir qué hacer! Te he dicho que lo sueltes y lo vas a hacer.- declaré mucho más allá de furiosa.

Era el momento de poner en práctica sus lecciones, así que sin darle siquiera oportunidad a nada, me acerqué con decisión a donde se encontraba, empujándolo hacia atrás con todas las fuerzas que podía, pero eso no había hecho más que ponerlo en alerta dado que apenas y lo había logrado mover. Y bueno, eso no me dejaba ninguna otra alternativa más que recurrir a la agresividad, por lo que en automático mi mano se cerró en un puño que de inmediato se encontró alojado en su quijada, con una fuerza y una precisión digna de presumir y que además lo había tomado por sorpresa, ocasionando para mi fortuna que soltara por fin a Ryan al caer de espaldas al piso, situación que aproveché de inmediato para colocarme de cunclillas sobre él, sujetándole las manos por encima de la cabeza y mi brazo justo sobre su garganta.

-Dije que basta- le reñí con nuestros rostros apenas alejados.

-¿Quién te hizo esto?- preguntó forcejeando para soltar una de sus manos de mi agarre, tocando luego de que lo hubo logrado, la zona debajo de mis pómulos.

-No fue él- murmuré contra su mano.- Y ya lo se que fue mi culpa- agregué justo cuando vi sus intenciones de réplica.

-¿Por qué siempre te das cuenta de eso mucho después de sucedido? ¿Te haces una idea de lo preocupado que estaba por ti?

-No lo se.

-¿Por qué no me extraña?- roló los ojos riendo apenas- Creo que llegados a este punto debo estar lo suficientemente loco como para reírme de esto en vez de estar lo suficientemente molesto como debería.

-Eh...- titubeó alguien a lado de nosotros, ocasionando que de inmediato nos diéramos cuenta de que no estábamos solos y que obviamente no hacíamos más que ignorar a un abochornado Ryan, quien luego de su oportuna intervención, desviaba intencionalmente su vista hacia otro lado lejos de nosotros.

-Puedes soltarme.- habló Matthew recordándome que aún lo tenía sujeto.

-Tus manos lejos de él, ¿vale?- le advertí antes de incorporarme y ponerme de pie.- ¿Cómo estás?- me dirigí a Ryan, tratando de examinar su rostro con la poca luz que apenas alcanzaba a obtener.

-Bien, no te preocupes. Después de todo creo que la propuesta de John no suena tan mal.- sonrió levemente antes de tocarse con cuidado una de las comisuras de su boca.

-Venga, tenemos que ver qué tanto estas lastimado.- moví la cabeza en dirección a casa de nana Vilma.

-Estoy bien, Sharon...

-Nada. Vamos dentro. - le interrumpí caminando directo a casa. - Y obviamente también tu, Matthew. - agregué al distinguir la sombra de este totalmente inmóvil a mis espaldas.

-¿Nana?- llamé luego de que metí la llave en el cerrojo de la puerta para abrir.

-Está con Trudy.- me respondió Matthew.

El secreto del callejón ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora