- ¡¿Por qué sigues tratando con esa cosa?! -. Escucho del otro lado de la puerta -. ¡Solo deshazte de él, es un monstruo!
- ¡Cállate! -. Reconoció la voz del pelirrojo, esta sonó bestial -. ¡No quiero volver a escucharte decir aquellas palabras!, ¡Es un niño!, ¡Y yo planeo protegerlo aunque sea lo último que haga!
- ¡No sabes que estás diciendo! -. Respondió -. ¡Te estás dejando engañar!, ¡Es peligroso! -. El niño sabía que no debía de estar escuchando aquella conversación, pero el seguía en silencio al otro lado de la puerta, había estado buscando al mayor por los pasillos de la Port Mafia, al volver se habían cruzado con un hombre que llevaba una bata blanca y pelo corto; quien le pidió a Chūya que lo acompañara.
Inclinó su cuerpo hacía un costado.
Le había pedido hablar de algo.
Hablaban de algo peligroso.
Hablaban de él...
Un monstruo.
Se observó las manos, se observó los pies, se observó la ropa, observó su muñeco, tocó su propio rostro. Luego frunció el ceño; él no lucía para nada como los monstruos de los cuentos.
Monstruo.
Monstruo.
Monstruos eran los humanos.
Monstruo.
Monstruo.
Los monstruos no son humanos.
Monstruo.
Monstruo.
Él era un monstruo.
- No entiendo -. Murmuró -. Chūya-san -. Lo llamó por lo bajo -. No entiendo.
A Yumeno no le gustaban los monstruos.
A los humanos no le gustaban los monstruos.
Pero él era llamado por los otros humanos; "un monstruo", entonces, ¿Él no era querido?Al menor le temblaron las manos.
Escuchó estruendo dentro de la habitación, se tapó los oídos y se encogió sobre si mismo.
Gritos, gritos, gritos y más gritos.
Se sentía mal.
Casa, quería ir a casa.
Pero.
Era un monstruo.
Sus ojos comenzaron a arder.
Se sentía mal.
Mal.
Mal.
Él estaba mal.
Le dolía la garganta.
¿Por qué?
Gritos.
Chūya.
Chūya.
Chūya.
- Chūya -. Soltó en un sollozo.
- Está bien -. Escuchó, mientras era abrazado -. Aquí estoy, está bien -. Lo consolaba el mayor mientras acariciaba su cabello -. Tranquilo, está bien, estás bien.
Yumeno soltó el muñeco, para luego aferrarse a la ropa del pelirrojo.
Bien.
Bien.
Comenzaba a sentirse bien.
Bien.
Bien.
Él quería estar bien.
- Vamos a casa -. Continuó -. A descansar.
- ¿Casa? -. Repitió, dudoso.
- Si, a casa.
Él menor asintió y aferrándose a la mano de Chūya comenzaron a caminar. A casa. Aquella palabra de alguna manera, hacía al menor sentirse cómodo.
Observaba en suelo, mientras que el pelirrojo lo guiaba, no tenía miedo de no saber por dónde caminaba, porque sabía que Nakahara lo llevaría a un lugar seguro. A casa.
Cómo si una parte de su cerebro no pudiera parar de pensar en ello. Soltó;
- Chūya-san -. El mayor respondió simplemente con un sonido de garganta; haciéndole saber que lo oía -. ¿Que son los monstruos? -. Obviamente sabía que eran, pero no pudo evitar preguntar.
El pelirrojo detuvo su andar.
- Los monstruos son seres incomprendidos -. Habló, como si supiera -. Seres que desean serlo, porque odian, temen, lloran, ríen y aman como los humanos -. El menor detuvo su andar junto al contrario, ¿que estaba diciendo? -. Seres que sienten -. Chūya observaba el cielo, azul como el color de sus ojos -. Seres que tal vez, sienten demasiado.
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Happiness
FanfictionYumeno Kyusaku... conocido como Q. Es un niño, que está solo. Buscando la felicidad, pero sin saber cómo hallarla. ¿Cómo lo haría, si nunca la ha conocido? Chūya comprende que es estar solo. Buscar la felicidad, pero no saber cómo hallarla. Le p...