Yumeno se levantó. Le dolían los ojos de todo lo que había llorado la noche anterior.
Luego, no recordaría que esa iba a ser la última vez y que los siguientes dolores solo se deberían a tanto reír y sonreír. Porque era una clase de dolor que no conocía, que recién estaba por comenzar a conocer.
Observó por la ventana de su habitación y sus ojos se llenaron de sorpresa. Bajó rápidamente de la cama para observar aquel puro azul que decoraba el cielo, un azul intenso, brillante, que nunca en su vida había visto.
Salió rápidamente al pasillo, para encontrarse con ese mismo cielo reflejado en los ojos de quién era responsable de todo eso. Chūya le regaló una sonrisa tan brillante como el cielo. Y acepto el abrazo tan cálido como la brisa de aquel verano.
Inspiró el cuello del mayor, para percibir así su aroma característico. Se sentía bien.
Yumeno levantó un poco la vista, sin apartar su cuerpo e intentó encontrar a Dazai sin saber porque deseaba verlo allí. Pero este no se encontraba.
Se había ido.
Pero había flores frescas en el jarrón de entrada. Amapolas rojas.
- hice el desayuno -. Le habló el mayor, mientras alejaba sus cuerpos y acariciaba su cabello -. Ve al baño y regresa así comes algo.
El contrario asintió e hizo lo que le fue pedido.
Al ver su imagen en el espejo, tocó su rostro sorprendido, sus labios se curvaban para arriba, sin esfuerzo y sus ojos se encontraban brillantes. Era extraño. Pero no le disgustaba.
Se lavó los dientes y mojó la cara, para luego regresar.
En el pasillo volvió su paso más lento y observó la espalda del pelirrojo, quien terminaba de realizar los preparativos.
Q lo observó.
Chūya se volteó. Para luego regalarle una sonrisa.
El menor percibió una extraña sensación del pelirrojo. Su sonrisa era hermosa, cómo siempre, estaba quebrada, pero se estaba curando de a poco.
Yumeno comprendió que Chūya no había obtenido su final feliz. Pero que parecía haber aceptado todo aquel dolor. Aunque sus ojos, también habían cambiado, ya no se sentía solo.
- todavía queda mucho camino por recorrer -. Le dijo el mayor, sin necesidad de preguntas.
Yumeno entendió entonces que la felicidad no era algo fácil de conseguir. Que para obtererla había que pasar por muchas pruebas y desafíos, pero que no había que cerrarse ante está, por rencor, por miedo.
Chūya volvió a sonreírle. A pesar de todo, ahora si parecía capaz de ser feliz. Al niño le gustó eso.
Yumeno entendió entonces, porque la felicidad dolía tanto.
Porque somos humanos y sentimos. Tal vez, demasiado.
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Happiness
FanficYumeno Kyusaku... conocido como Q. Es un niño, que está solo. Buscando la felicidad, pero sin saber cómo hallarla. ¿Cómo lo haría, si nunca la ha conocido? Chūya comprende que es estar solo. Buscar la felicidad, pero no saber cómo hallarla. Le p...