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- Oí -. Lo llamó. Sin levantar la vista.

 No obtuvo respuesta.

- Idiota -. Lo llamó. Asomándose por el pasillo.

 No obtuvo respuesta.

- Desperdicio de vendas -. Lo llamó. Caminando hacia la habitación.

 No obtuvo respuesta.

-  ¿Dazai? -. Lo llamó. Abriendo la puerta.

 No obtuvo respuesta.

  El cuarto dónde el castaño solía colarse a dormir se encontraba vacío, las sábanas desordenadas, las cortinas abiertas junto a la ventana cerrada, las vendas desparramadas por todas partes, el cenicero con colillas de cigarrillos ya consumidos. 

 Sin una sola nota en la habitación.

 Chūya frunció el ceño, no era para nada divertido.

 ¿Por que no estaba?, estaba seguro de que lo había escuchado colarse en la noche. Sacó todas las sábanas, tal vez había dejado algo en la cama; nada. Revisó las cortinas; nada. Revisó en el baño; nada. Revisó dentro del armario; nada. 

 Nada. Nada. Nada.

 Llamó al teléfono del castaño, rogando escuchar su voz burlona al otro lado de la línea.

 Nada.

 Abrió la ventana, seguro estaba afuera, riéndose de su accionar.

 Nada.

 Chūya buscó por toda la casa, obteniendo el mismo resultado.

 Nada.

 Su teléfono vibró; lo tomó, casi desesperado y contestó sin siquiera revisar de quién se trataba.

- Chūya-kun -. Lo saludó la voz de su jefe al otro lado de la línea, un nudo de dsilución se formó en su garganta -. Buenos días...

- Mori-san -. Interrumpió el pelirrojo -. ¿Dazai está en la agencia? -. Su voz se sentía diferente, el mayor tardó en responder. Oh, mierda. No le hizo falta su respuesta para saberlo. El aire comenzó a faltarle.

 El menor cerró los ojos, mientras perdía la fuerza en las piernas. 

 Aire, necesitaba aire.

- Chūya-kun, escuchame -. Escuchó al mayor del otro lado de la línea -. Sigue mi voz, ¿si?, tranquilo -. La voz de Mori se encontraba relajada, ¿cómo es que podía?, Dazai no estaba, había desaparecido -. Inspira lentamente, tranquilo, ahora exhala, inspira -. Intentaba seguir con las ordenes de su jefe, pero era inútil.

 Dazai.

 No podía. No podía respirar.

 Dazai. No estaba. Se había ido. Lo había dejado.

 ¿Por que?

 No quería volver a tener esa sensación de soledad.

 Esa sensación de vacío.

 No podía. No podía dejar pasar el aire. ¿Por que? Eso nunca le había pasado.

- Chūya. Chūya. ¡Chūya! -. Gritaban su nombre, pero él no lo oía, solo podía pensar en;

 Dazai. Por favor. Dazai. Dazai. No me dejes.

HappinessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora