3

68 6 0
                                    


Significativamente era más rápido contar con alguien que no pestañeaba a la hora de matar. 

—Rápido— ambos entraron al edificio. El hall estaba parcialmente deshabitado. 

Subieron rápido para ponerse a salvo, antes de continuar avanzando. Moverse en las calles era menos complicado, hay menos rincones y lugares para ocultarse a simple vista, dentro del edificio pueden salir desde cualquier lugar o ángulo, con la movilidad reducida, pocos metros para reaccionar y muchos recovecos de donde pueden salir, la limpieza de un edificio era más compleja.  Nada más al llegar al ultimo piso donde se podía acceder por la primera escalera debieron de internarse por el piso para encontrar las escaleras secundarias. 

Ir  a por los ojos dentro de una ciudad en cuarentena, con una enfermedad como esta. No era una decisión sabia, mucho menos sensata, es cierto que una vez la situación sea controlable, alguien más se haga de los ojos y los lleve a las subastas o se les pierda el rastro pero corrían mucho peligro. Hisoka leyó rápidamente la tensión del usuario de las cadenas, esa desesperación es algo estimulante y divertido de ver. 

Los ojos malhumorados de Kurapika le cortaron. —¿En qué estas pensando?

—Nada en realidad— sonrió inocente cubriéndole las espaldas a Kurapika. 

Esa actitud era lo que lo ponía de mal humor. Cruzando por un pasillo, como iba liderando el camino antes de poder doblar por la esquina fue jalando hacia atrás, amordazado con una mano sobre su boca arrastrado hasta la habitación más cercana. —¿Qué?— preguntó con su boca tapada. 

La espalda de Hisoka se afirmó en la puerta, atentó a lo que ocurría en el exterior de la habitación. Fuera por el corredor se escucho el correr de alguien en peligro, dicha persona se vio acorralada y salió despavorida armando gran alboroto llamando la atención de los infectados en el resto del piso. Sus gritos pidiendo ayuda, no le servía solo empeoraban la situación. Kurapika al escuchar los gritos de auxilio recién comprendió la situación y el porque fue arrastrado a esconderse. Tuvo el impulso de ayudar pero en tanto su cuerpo trato de moverse fue sujeto con más fuerza, Hisoka no lo iba a soltar. 

—No viniste aquí a hacer tu mochila más grande—. ¿Qué iba a hacer con una persona que no sabe defenderse? Lo levantó cuando supuso que aquella persona fue atrapada ya que los sonidos indicaba que la despedazarían. 

El sonido de la carne siendo separada se grabo en su cabeza ¿Por qué? Se repitió varias veces, apretando los puños con impotencia. Los pasos del deambular de los infectados llenaba el pasillo exterior, uno se encargó de asegurar la puerta mientras que el otro buscaba alimentos. Kurapika aún algo turbado dejó unas botellas de agua, unas cuantas sopas instantáneas, cerdo en lata y dio con unas galletas que dejó en la mesa. La habitación seguramente fue usada por alguien que no contaba con el tiempo para cocinar.

—Comida instantánea— dijo Hisoka al ver el hallazgo. 

—¿Algún problema?— Estaba resentido por lo de antes aunque tuviese razón, no podía ir salvando gente que luego tendría que seguir protegiendo, tenía una meta en mente.

—Es comida— ninguno en verdad. 

Kurapika calentó el agua, por suerte quedaba algo de energía para hervir agua para los fideos, cuando llevó los cuencos con el agua hirviendo a la mesa vio como el mago ilusionista estaba dormitando. Estos días no lo había visto descansar, tal vez era tiempo. El edificio resulto ser más tranquilo que estar en las cercanías de la ciudad o en la mismas calles. Sirvió los fideos para dejarlos reposar, también estaba cansado pero tenia más hambre, cabeceó mientras comía. 

Cadenas del corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora