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Kurapika se levantó una hora más temprano, no sintió la presencia de Hisoka en la habitación por lo que asumió que huyó después de su propuesta. Pensó eso hasta que el olor a buena comida la despertó por completo, se relajo sintiendo el aroma, bajo al primer piso y fue hasta la cocina donde se sentó para verlo cocinar, bueno o malo cualquiera fuese el resultado tenía la cooperación del mago malvado. Eso y era un verdadero placer a todos sus sentidos pero en especial a su vista.

—Buen día — le dijo con esa sonrisa traviesa. 

—Buen día — recibió la taza de café que le ofreció  —sabes, no me gusta cocinar. Lo descubrí viviendo con los niños— era un fastidio cocinar para el gusto en común de los demás, por otro lado los niños eran brutalmente sinceros con sus criticas. 

 —Me haré cargo—. Sonaba confiado.

 —Esta bien — después de verlo cocinar le comenzó a dar indicaciones, que les gustaba, que no le gustaba. —Por cierto ellos comen una ridícula cantidad de comida. Así que esa torre de panqueques no es suficiente. 

Rois despertó porque una vez más escucho la voz del hombre desconocido, se asustó, era el fantasma del que le habló Kuina. No quería levantarse pero su hermana pegó el gritó. 

 —¡Ro! — Este salió tan rápido como pudo de la habitación pero ella le tomo de la mano.  —¡Mamá tiene un hombre guapo en la cocina! ¡Ven a ver!

 —¡¿Qué?! — Corrió primero y su hermana detrás de él dando saltos peldaño por peldaño. Como dijo su hermana un hombre guapo estaba en la cocina con su mamá.  —¿Mamá? —Ro fue directo con ella mientras que su hermana fue a acosar al desconocido.  

Kurapika lo tomo y lo sentó en su regazo, le dijo con cuidado  —este es Hisoka.

Rois se crispó cuando lo vio a la cara, a diferencia de su mamá que tenía una gran fuerza y presencia imponente, la de este tipo era abrumadora y siniestra, se sentía muy diferente a la de cualquiera que había conocido hasta ahora, demasiado. Daba miedo, Kurapika le tomo sus manos para tranquilizarlo. 

Kuina por su lado se dejaba llevar por sus propios intereses, por lo que no retrocedió y dijo lo que quería decir.  —¿Quieres ser mi papá? Estoy buscando un papá guapo.

 —¡Esta sinvergüenza! — Ro se fastidió.  —¡Avergüenzas a mamá!

Hisoka se largo a reír, ver la cara roja de Kurapika era un deleite.  —¿Cuántas veces lo ha hecho? — la alzó, era ligera. La cargó y ella lo abrazo sin titubear.  

 —Con cada tipo que se adapto a su gusto, fue muy horrible — Kurapika lo dijo como si fuese una maldición.  —Su descaro es como el tuyo, llegue a preguntarme si es genético. 

Ro estrecho la vista, siempre pensó que su hermana estaba mal de la cabeza, ahora sabía quien era el culpable. 

 —Kuina, Hisoka ES tu papá. Así por el bien de las demás personas no sigas buscando a tu "papá"—. Hisoka iba a matar a todos los candidatos. 

La niña lo vio sonriente entonces lo señaló  —te conozco, jugaste conmigo el otro día — volvió a abrazarlo. 

Su hermano frunció el ceño —¿El vago sexy? — Como le brillaban los ojos a su hermana, es que si era. 

Kurapika comenzó a explicarle  —bueno estaba preocupada porque no llegaba, tu hermana por suerte le gustaron sus zapatos, de lo contrario no lo habría encontrado—. De hecho sino fuera por Kuina, Hisoka se habría puesto peor o de plano habría muerto. 

 —Al menos no se beso con un completo extraño — dijo buscando algo positivo dentro de todo. 

La verdad es que si lo hizo, que después terminará siendo su verdadero padre fue suerte.  —No hay que descuidarla en ningún momento — dijo preocupado por el futuro. Tendría que matar a mucha gente por tener una hija así de linda.

Cadenas del corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora