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Despertó durmiendo sobre un cuerpo ajeno, con su propio cuerpo completamente laxo, se levantó como un resorte para poner distancia entre ambos, no esperaba tampoco que Hisoka la estuviera abrazando entre su pecho, esto era muy embarazoso. 

—Buenos días— parecía de un estupendo humor. La tomo del mentón con "esa" sonrisa —con que son castaños cuando no son rojos.

—Así es— le quitó la mano del mentón, nada más de tocar, La otra mano de Hisoka bajo por su piel expuesta hasta su cintura donde la comenzó a acariciar. —Basta— esto es vergonzoso. 

—¿Qué?— puso la otra mano para abrazarla. 

—¡No te hagas el tonto!— en algún momento dejó de usar la venda y termino viendo esa mirada densa sobre ella. 

Ladeó la cabeza —Si, si. Lo siento, por lo general no suelo arrastrar a nadie dentro de un closet, es incomodo y poco apropiado. Por lo general en la mañana me encargo de un baño relajante y comer algo delicioso pero en nuestra situación es un poco...  

Empuñó las manos, no se podía hablar con él —¡No me refiero a eso! 

Le robó pequeño beso cuando termino de gritar. Kurapika se levantó molesto por este cambio repentino de actitud, cubriéndose el rostro, esta era la peor persona que pudo enterarse de su verdadera identidad. 

—No crees que tal vez el jefe ya se dio cuenta— puso una expresión pensativo. Chrollo era bastante agudo y era posible que lo descubriera aunque no tuvieron mucho contacto. Se sentó y comenzó a mirar tratando de disimular, vio con facilidad el hilo de sangre que se deslizaba por los muslos de Kurapika. En verdad le molesta no poder agasajar a su pareja después de pasarlo increíble durante horas, era lo mínimo que podía hacer al encontrarse con semejante tesoro.  

Sus ojos se volvieron rojos al instante —no es posible— cuando le preguntó y le negó no parecía muy convencido. Se quedó congelado. Hisoka lamió esa sangre que lo estaba tentando desde hace un rato pero le llegó un bofetón por atrevido. 

Levantó las manos queriendo parecer inofensivo —tranquilo, solo quise limpiar—. Kurapika miró ese hilo que se interrumpía hasta donde lamió el mago. Se tapó los ojos. —Entonces ¿Quién más sabe?— estaba claro que fue el primero pero seguro que sus amigos ya sabían de "ella".

—Gon, creo que sabe— dijo tratando de encontrar sentido a esto. Se vistió rápido, no suponía una comodidad permanecer ante la vista de ese pervertido que no disimulaba su disfrute al verla.

Se rascó el cabello que no mantenía su típico peinado, este caía algo ondulado como una melena rojiza intensa sobre su rostro. —Solo Gon, seguro. Tiene sus sentidos muy desarrollados, es un buen niño— se puso de pie y le indicó que hiciera silencio, en el exterior se escuchaban uno que otro infectado deambulando. Estos en las últimas horas comenzaron a dejar el edificio, la horda iba a otro lugar. El encierro dentro del closet iba a durar un par más de horas. Se sentó y se estiró. se golpeó en la pierna, intentaba que Kurapika se sentará en ellas. 

—Olvídalo. 

—Solo voy a dormir— no pretendía hacerle nada que no quisiese. 

El rubio se quedó de pie fulminándolo pero este lo miraba con genuina admiración, como detestaba esto. Además su cadera estaba adolorida, tal vez por eso, no, no debía interpretarlo como un acto de amabilidad. Se agachó para sentarse en el suelo mientras lo hizo Hisoka le tomo la mano y le tiró a su regazo, le abrazo por encima del vientre y se reclinó sirviendo como un colchón. —¿Qué haces?— se espantó por completo por su repentina acción.

—Te dolerá más si te sientas en el suelo— el calor de sus manos también le iba a ayudar.  

Le dio un escalofrió, este tipo de complicidad con esta persona, iba a ser así desde ahora en adelante, no podría soportarlo. Siquiera no contaría su secreto pero también podía librarse del nen en su corazón con el mismo método que Chrollo, eso le provocaba gran inseguridad. Antes del anochecer del siguiente día pudieron salir del edificio para escapar de la isla. En cuanto a Kurapika cada vez que veía a Hisoka este le daba esa sonrisa media boba que le provocaba escalofríos, le ponía de los nervios por otro lado seguía tratándolo como el chico kuruta que conoció en el examen del cazador. 

Cadenas del corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora