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Fue realmente peligroso meterse en la boca del lobo, pero la tentación de ver y determinar su identidad fue más poderosa que otra cosa. "Kurapika", su nombre a secas, le pareció maravilloso, fuese un hombre o una mujer era hermoso e invaluable, ahora el problema era el mago Hisoka, quién estaba monopolizando la atención de esta persona. 

Ellos tenían un trato. 

Dicha pelea, tenía que llevarse a cabo sí o sí, de otra forma no podría sacar limpiamente a Hisoka del camino. En cuanto el exorcista de nen estuviera listo y el nen del vengativo Kuruta estuviera fuera de su sistema, sacaría a su oponente del camino. 

A estas alturas entendía que estos, tanto Kurapika e Hisoka tenían una relación de parentesco o sociedad en común por intereses cruzados. Lo que no esperaba que estos se volvieran amantes, tenían una relación afectiva o sexual o lo que fuera, estaban enlazados. Tuvo que verlo con sus propios ojos en ese pequeño baño.

—Cuando encuentró un humano para codiciar— ¿Qué tipo de ladrón deja que le roben en las narices? 

La lectura que era su hábito y entretención predilecta no le estaba ayudando en nada a este paso. 


Kurapika a las semanas recibió la llamada de sus amigos, Leorio y Senritsu que ya estaban en su casa, los dos estaban muy contentos con su pequeña bendición. Se sintió muy aliviada de saber que ya estaban allí. Estaba terminando la llamada cuando sintió su presencia, traía comida otra vez, aunque le intrigaba esta nueva costumbre no iba a preguntar al respecto. Planeaba hacerla engordar o algo. 

—Es bueno para la anemia— dijo de pronto. Finalizó la llamada y se tomó el cabello mientras abrió la boca para que la alimentará. 

Ya había terminado con sus últimas obligaciones por hoy. —Gracias, ¿Te vas mañana?— Preguntó antes del último bocado. Se dispuso a abandonar la oficina.

Este le tomó la mano y como siempre se acarició así mismo con ella. —Quiero que me despidas, ¿Puedes concedermelo?

Kurapika miró a todos lados del pasillo en el que estaban, el trabajo estaba terminado solo estaba dando unas rondas de más cuando llamaron los chicos. Con sus pequeñas y finas manos le rompió la camisa y se le acercó exhalando su aliento sobre su piel nívea, haciendo reaccionar de inmediato a los estímulos. Colocó sus labios y succionó hasta hacerle una marca, sonrió al ver el diseño de sus labios sobre ese amplio pecho duro. 

—No me gustaría que me extrañes tanto, debería despedirte adecuadamente esta vez. 

Esos ojos zorrunos temblaron por la excitación, luego de besarlo camino taimadamente hasta su alcoba y la cerró. Lo volvió un bruto por ella en un par de segundos. Verificó que nadie les siguiera hasta entrar y cerrar detrás de él. 

La habitación estaba a oscuras, fue jalado de la camisa hasta la altura conveniente para ella, para poder besarlo, seguía sin gustarle pero hacía su mayor esfuerzo, el mago siempre la besaba todo los lados posibles y lejos de los labios. Su agarre cambio por sujetarlo de la nuca cuanto este tomó su cintura y la elevó, sus pies lentamente dejaron de tocar el suelo y se sentó sobre sus antebrazos como una muñeca efímera, le retiró la corbata, la deshizo y la usó para vendar sus ojos. Había desbaratado gran parte de su vestimenta y luego se bajo para que la siguiese por esa amplia habitación a esa cama de descomunal tamaño, tan ostentosa y aparatosa. Ella se iba a quitar el calzado sin embargo aunque le quitó la visión a su compañero este podía sentir perfectamente su presencia, cazar era uno de sus más grandes deleites en la vida. Le quitó el calzado venerándola, a estas altura y lentamente se convirtió en su esclavo. Después de desarrollar un periodo tan intenso y apasionado entre ellos, seguido de su ausencia, ella volvió tan prístina como siempre, su santuario regreso como si nunca se hubiera ido, demostrándole una vez más que el control residía en ella y en nadie más, él no era más un idiota segado en la vanagloria de haberla poseído,  y todo ello se desvaneció cruelmente como si se quemará una etapa. En su reencuentro ella fue atenta y le regreso este afecto que le demostró pero su corazón estaba frio por él, su corazón no lo anhelaba y como un devastador incendio solo se quedó con las cenizas y carbón residual, Kurapika ya no tenía la misma disponibilidad con él, negándose tantas veces que era improductivo contarlas, solo hasta el ligero encuentro en el baño del tren de camino y es que en la calidad de esta relación, desde el comienzo, no era merecedor de sus explicaciones, aún así las exigió. 

Cadenas del corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora