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Tuvo que llamar a Leorio varias veces por recomendaciones, su paciente tenía quemaduras, desmembramientos, heridas punzantes, desfiguración, además de fiebre por infección y agotamiento físico extremo. Una labor compleja que tuvo que llevar a cabo durante varios días aprovechando su inconsciencia. 

 —Mamá huele a sangre — Rois se quejó durante la mañana. 

Kurapika mantuvo esos días la puerta de su cuarto cerrado con llave.

 —Soy yo, son esos días — le acarició la cabeza.  —Vamos debes tener hambre. 

 —¿Puedo ir a jugar con Gon y Killua? — Su madre estaba demasiado permisiva por lo general trataba de que pasaran tiempo con ella.

 —Puedes pero debo hablarte primero de las cosas que estas aprendiendo de Killua en especial — ella ya había notado que estaba practicando los pasos silenciosos que le enseño Killua. Se crispó.  —No me gustan esas técnicas y de hecho tu madre no sabe hacerlas— se tomó un tiempo antes de soltar todo  —si quieres aprenderlas tendrás que escuchar mis condiciones ¿Entendido? 

El niño asintió. Su madre le temía a algo, a veces pensaba que era a su padre pero ella cuando hablaba con este por teléfono siempre estaba regañándole, le veía molesta y a veces la veía sonreír, no era a su padre al que temía, era a alguien peor y esto tenía que ver con sus ojos. Ella le prohibió desde muy pequeño decir que sus ojos se volvían rojos y si esto le pasaba a él debía de contárselo a ella de inmediato.  Trataba el tema como una maldición. 

Las condiciones eran simples: Nunca usar esas técnicas para matar a alguien a menos que corra un riesgo mortal, algo o alguien que atente contra su vida y la de Kuina. Usar estas técnicas si alguien intentaba robar sus ojos. Usar estas técnicas cuando viera a alguien con un tatuaje de araña con un numero impreso, debía emplearlo para huir de inmediato.

Alzo su meñique, le hizo prometer al niño. Rois prometió aceptando estas condiciones como reglas para emplear estas habilidades. 

 —Los pasos silenciosos puedes usarlos cuando quieras, ahora pídele que te enseñe el ritmo del eco — este asintió bajando animadamente directo a la mesa donde estaba su hermana sentada bostezando.  

Rápido colocó la comida en la mesa, lo dos pequeños eran bastante tragones pero dado que ellos hacían este entrenamiento constantemente los alimentaba abundantemente. Comida completa desde temprano por la mañana y meriendas entre comidas. 

Los despidió con una sonrisa antes de subir a su alcoba y cerrar con llave tras ella. Este hombre era un verdadero proyecto, además de sus desvaríos por la fiebre, el idiota le sonría en sus momentos de lucidez. 

 —¿Cariño?

 —No soy tu cariño — le fulminó. La fiebre había bajado bastante después de varios días de estar tan alta que pensó que moriría. Tomo el libro que le dio Leorio, los conocimientos médicos no eran lo suyo. —Vamos a darte un baño ya que pareces de humor — vio la bolsa de tela que encontró a su lado, eran su pierna, brazo, también su nariz. Aún no había pegado esas partes a su cuerpo, gracias al nen que les recubría se mantenían "intactos", pero era algo que no debía dejar pasar más tiempo. 

Cuido que pudiera ponerse en pie. 

 —Escuche niños afuera. 

 —Gon y Killua vinieron a ver a Mito. También esta la hermana menor de Killua. 

Sonrió  —no pensé que vendrías a la isla natal de Gon— ella le tomo el brazo y lo ayudo a llegar a su baño. 

 —Esa era la idea. 

Cadenas del corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora