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Solitario. Un hombre solitario, no era todo pero explicaba bastante. 

Ambos se habían estado buscando sin siquiera conocerse, se encontraron sin siquiera quererlo y permanecieron juntos contra toda posibilidad. Kurapika desde hace un tiempo dejó de luchar contra sus impulsos llenos de resentimiento, odio y venganza y desde entonces que comenzó a llenar ese vacío con Hisoka. Al menos por su parte no necesitaba más. 

Su mirada captó el como esas siluetas salieron del bosque uno tras otro. 

Los niños salieron riendo y corriendo a prisa, al último salió ese hombre riendo emocionado hasta que sus ojos se cruzaron, trasmitiendole toda esa intensidad y causandole un repelús como reacción a sus intensiones ocultas.

—¡Mamá! ¡Mamá!— Sus niños corrieron directo a sus brazos. Ella botó el libro que ocupaban sus manos y los abrazó.

Killua en ese momento despertó se había quedado dormido leyendo tumbado a un lado, sacó el libro de sobre su cara. Escuchó la voz de Gon quien le llamó para contarle sin un respiro lo entretenido que fue jugar en el bosque junto al arlequín psicópata. 

Hisoka se apoyó en los pilares del cobertizo de la casa mirando con esa sonrisa cómplice y sádica en dirección a aquello que podría llamar familia, al menos por ahora. —Me siento mucho mejor— anunció con malicia.

Gon reveló sin querer —Hisoka es un poco más lento de su pierna derecha y su mano izquierda no tiene la misma destreza que antes. Debiste verlo Killua fue muy entretenido jugar a las traes— Sus ojos centellaron llenos de emoción. 

Kurapika miró preocupada a Hisoka. Killua puso cara de agotamiento —no se de que clase de "las traes" estas hablando Gon. 

—¡Oh, por cierto! ¡Mito dijo que podían ir a cenar con nosotros hoy!— Gon al decir eso dio un saltó y luego corrió hasta su casa agitando su mano. Killua lo siguió con su hermana tomados de la mano, incluso los dos niños más pequeños fueron tras de ellos. 

—¡Nos vemos luego!— El niño con cara de gato agitó su mano libre.

Hisoka movió su mano encantado, se había divertido mucho además Gon le había revelado que no estaba en su más optima condición. Tendría que trabajar en ello más duro, sobre todo en cubrir su deficiencia, ocultarlo mejor o recuperar su antigua destreza, lo que sea tenía un largo trabajo por delante pero por ahora tenía algo más en mente. Se saboreó los labios mirando a la rubia recostaba en la terraza de la casa. Kurapika retomó su libro y lo ignoró. 

Se agazapó sobre sus piernas y la miró fijamente exigiendo silenciosamente por su atención. Cuando Kurapika le molesto lo suficiente su silencio, bajo su libro y vio esa sonrisa en sus ojos. 

—¿Tienes un tiempo para mi?— Pidió correctamente. 

Ella junto aire en su pecho. Hisoka se había comportado demasiado bien estos días. 

No quería lidiar con algún mal humor pero tampoco quería parecer fácil aceptando demasiado rápido. —¿Si puedes hacer algo antes que lleguen los niños? 

Eso fue como presionar "START" en un juego.  

Hisoka la levantó y la llevo al interior de la casa directo al segundo piso. El verlo tan emocionado le dio un mal presentimiento. Llevaba un tiempo sin hacerlo por su parte, de seguro Hisoka buscó a alguien más para entretenerse mientras no estuvo a su alcance.

Se encerraron en la habitación, no querían pequeños niños correteando por allí. Esto le trajo viejos recuerdos cuando buscaban sitios ocultos en el trabajo para hacerlo sin levantar sospechas. 

Cadenas del corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora