Era entretenido observar a los niños inventar juegos y actividades para mantenerse ocupados y sonrientes, el arlequín observó mirandolos a la distancia. Ellos poseían una basta imaginación y energias interminables, a diferencia de Kurapika quién sanó su último organo dañado quedó sumida en el sueño y el cansancio.
Quería ir a jugar pero debía hacer la comida y estar pendiente de los niños. Lo golpeó las preocupaciones de un adulto promedio, inédito.
Entrecerró los ojos ocultando sus desordenados pensamientos. Un par de señoras pasaron por ahí echando un ojo, Hisoka al cruzar miradas levantó su mano para saludar y las mujeres se rieron y le devolvieron el saludo. Los niños por otra parte fueron a platicar con las señoras.
Volvió a meterse en casa para preparar el almuerzo y posteriormente una cena.
Su paciencia había alcanzado su límite, observó como dormía descuidadamente Kurapika, con su melena rubia alborotada y sus labios rosados entreabiertos suavemente resoplando. Con esa última imagen salió de casa, Ro y Kuina lo vieron ir directamente hasta ellos.
—¡Papá!— La pequeña extendió sus brazos e Hisoka la tomó y recibió ese abrazo con bastante gusto.
—¿A dónde vas?— Ro preguntó sin demora.
Fuí muy evidente. —Esa es la cuestión, su madre gastó sus energías terminando de curar las heridas graves. Iré al continente para terminar lo demás y traeré mis cosas— Hisoka dijo, pensó cuidadosamente que cosas decir y que otras no. Lo más importante era dejar en claro que volvería y que iba para no seguir sobrecargando a Kurapika.
Ro frunció el ceño, su madre no había despertado en todo el día sus palabras explicarían el por qué.
Kuina rompió el abrazo —¿Cuándo vas a volver?
—Uno o dos días tal vez—. Sintió como los dos niños lo acribillaron con la mirada. —Me parece que es poco tiempo, niños.
—No lo es— los dos dijeron como si se hubieran puesto de acuerdo de antemano. Kuina se aferró ahorcándolo.
Ro lo miró como si fuese un estorbo —Vienes acá y dejas a nuestra madre en cama y luego te largas dejándonos solos, ¿Qué pasa contigo?
Ese fue un golpe duro. Su cabeza colgó de sus hombros abatido.
—Volveré, lo juro— no se había sentido en tantos aprietos con niños nunca antes como ahora.
No importó la diferencia de cariño entre los dos, Ro y Kuina a la vez le hicieron un problema por dejarlos repentinamente. Salió de la isla a pura fuerza de voluntad porque era lo mejor para todos pero la verdad se fue en peor condición animica de la que llegó a la isla.
Los niños regresaron a dentro de la casa esperando que el adulto recapacitará y volviese por ellos, en mayor o menor medida cada uno de ellos tuvo un grado de esperanza. Mientras se quedaron leyendo sus libros y discutiendo.
—Ese loco no volverá— Ro murmuró resentido. No deseo conocerlo pero ahora que lo había hecho esperaba convivir con él un poco, no que se largará de pronto.
—No, dijo que volverá— Kuina apretó sus manos juntas.
Los dos se enseñaron los dientes por estar en oposición pero como no estaba ni Hisoka y Kurapika seguía dormida ambos hicieron un esfuerzo por no continuar discutiendo, leyeron, encendieron la televisión pero a cierta hora los estómagos de los dos rugieron.
Los niños se miraron, Kuina se le humedecieron los ojos. Esto le pasaba por primera vez, dio un salto y fue a buscar a su madre que era la única en casa con ellos, Ro en cambio fue a la cocina tenía que haber algo que pudiesen comer ahora sin molestar a su madre.

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Cadenas del corazón.
FanfictionOdía cualquier cosa que se entrometiera en el camino a su venganza sin embargo este era de su propia sangre. Kurapika decide hacer dúo con el personaje menos confiable posible solo para benefició mutuo y poder destruir de una vez por todas a Chrollo...