Capitulo 3.4

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- Vaya, vaya. Miren quiénes se dieron su tiempo para explorar.

Dijo Karlit mientras Len y Selia se acercaban.

- Solo espero que no se hayan tardado haciendo actividades fuera del trabajo.

Se inquietaron un poco al escuchar tal comentario por parte de Balurft aunque en realidad no entendieron del todo la indirecta.

- Nada. Jefe, iré a informar que llegaron. Me retiro.

- Gracias.

Balurft miro de reojo a Len pensando en lo que discutieron antes y en lo que dijo Salvion. Lo tomo como palabrería de su compañero y simplemente continuó su camino dejándolos en la sala del cruce.

- Ya que llegaron, podemos poner al tanto al resto y continuar.

- ¿El resto? No me diga que somos los últimos.

- Pues los demás llegaron hace como una hora.

- Lo siento mucho jefe. Es que nos atrasamos por que no podía correr.

- ¿No podías?

- Vera, una trampa absorbió mi mana y me quedo poca energía para mantenerme corriendo. Por lo que tuvimos que hacer varias paradas.

- ¿Eso es cierto Joven Len?

- ¡Si señor Karlit!

- ¿Y cómo te sientes ahora Joven Selia?

- De echo me siento mejor que antes. Solo necesito descansar.

- Que bien. Ahora sí. Tengo que preguntar qué es lo que traes colgando de tu mochila Joven Len.

- Claro señor. Esto... en realidad creo que...-

- ¡Creemos que es la pieza del mecanismo que nos llevará a una recompensa!

Respondió Selia rápidamente al ver que Len tartamudeaba para dar la explicación.

- ¿De verdad?

- Pues, hasta donde sé, creo que sí.

- Interesante. ¿Puedes contarme más acerca de su hallazgo?

- Si. Encontramos una sala tras trepar sobre un pasillo. En la sala se encontraba una especie de altar que, tras ser alimentado por mana, movió varios bloques de los cuales uno reveló el escudo.

- ¿Y qué es lo que te hace pensar que nos llevará a algún tesoro?

Antes de que Len respondiera Selia se le adelantó respondiendo al instante sin dejarle la oportunidad a Len.

- En la pared aparecieron telegra... tale...

- Tak-ledigramas.

- Si. Y Len los leyó. Eso nos dio la idea.

- No me lo habías contado que podías leer lenguas antiguas, Joven Len.

- Bueno, solo logró interpretar algunos así que creí que no sería muy relevante. Perdóneme por no decírselo.

- Por favor, no estoy molesto. Es más, estoy impresionado de que sepas leerlos.

- ¿Enserio?

- Si. Y ahora. ¿Podrías decirme que decían exactamente?

- Por supuesto. Pero, no pude reconocer muchos de los tak-ledigramas. Así que solo interprete que, al colocar todos los escudos en sus respectivas posiciones de la rosa de los vientos, algo sucederá.

- Comprendo, pero, ¿Rosa de los vientos?

- Los puntos cardinales. Están grabados en los escudos. Y justo en las claves de los arcos de cada entrada se halla un escudo con el nombre de la dirección a la que lleva.

Akibajara: "Las Diez Mil Mazmorras"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora