Capitulo 4.2

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Ahora mismo estaban corriendo por la pasarela de la entrada de la mazmorra. Una larga y antigua pasarela. Que al igual que su fachada, el interior y su decorado parecían más los de una iglesia. Aunque no habían de las típicas sillas largas, el suelo estaba totalmente recubierto de una rara alfombra haciéndola parecer más a una mezquita. Había muchas armas y armaduras, así como uno que otro cadáver de los pobres aventureros que hallaron sus finales en la oscuridad de la mazmorra. Sus pasos eran mudos en la alfombra hasta que llegaron a lo que sería los escalones hacia el altar si es que hubiera uno. Solo había otra gran puerta que ya había sido abierta por Salvion y su grupo. Un fuerte destello pasó desde el rosetón iluminando el salón para que luego el suelo temblará por las explosiones de las peleas del exterior.

- ¡No miren atrás! ¡Sigan corriendo!

La curiosidad podría costarles la vida en esta situación, por lo que nadie se atrevió a retroceder. Corrieron y corrieron por el pasillo abandonando la gran sala del recibidor. Sin estar listos para pelear o con sus armas en manos, solo corrían por sus vidas. Tales bestias eran de las que sólo serian derrotadas en sueños por alguno de ellos. Era una lucha entre titanes inalcanzables para aventureros como ellos. Quizás podrían contra uno, pero dos es otra historia.

Las paredes de los pasillos se sacudían y los bloques de piedra en las paredes temblaban. Lo único que deseaban era que los pasillos no se derrumbaron sobre ellos en tales momentos. Llegaron al final del camino a una especie de patio cubierto iluminado por un par de orbes colgantes. Allí se encontraba el resto de Axion Milards descansando de tanto correr y de los nervios de la muerte. Karlit también se detuvo a tomar aire y se dejó caer al suelo del cansancio.

- Bien... ¿Cómo estamos?

- Nadie sufrió heridas graves. Solo estamos cansados de tanto correr. - Estoy exhausto. - Corrí como nunca. - Dios! - No doy más. - Solo quiero descansar.

- Todos, descansen lo que puedan. Pronto continuaremos. Jero regresará pronto, el lugar ha de ser muy grande. Bien regrese seguiremos. ¿Entendido?

- Si.

Respondieron todos amargamente. Karlit lo aceptó teniendo en cuenta que sufrieron mareos por la plataforma, explosiones, una maratón de la muerte y constante miedo. Sin duda alguna este era uno de esos días en lo que todo lo que podía salir mal sucedió. Karlit se dirigió junto con Sally, Drud y Salvion que estaban juntos charlando.

- De todos los lugares que pudimos buscar refugió terminamos en una iglesia.

- Que ironía. No es así.

- Los dioses están de nuestro lado.

- Aunque no es el mejor de los días.

- Y que lo digas.

- ¿Qué cree que sean esas cosas jefe? Yo digo que son Titán Paladio.

- No. Yo los colocaría como amenazas nacionales esencialmente al milpiés gigante.

- Ese minotauro ha de estar perdido de la cabeza para desafiarlo. ¿No creen?

- Solo el daño colateral destruía mazmorras como si nada. Un castillo estaría perdido ante tal poder.

- Tal como el Eslobacra de antes.

- No, no, no. Esa cosa de antes era por mucho más fuerte que el milpiés. La piel de esa cosa era como el Oricalco. ¿Vieron las heridas del insecto? El otro se curaba al incrementar su fuerza. Ese de seguro era un Rutenio como mínimo.

- O un Platino.

- No llegamos a ver si esa forma era un Abismal en acción. Así que lo dejaría en un punto medio.

Akibajara: "Las Diez Mil Mazmorras"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora