Capitulo 5.2

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La lava azul pasó del mesón a los bordes del escudo rodeándolo e iluminando su contraste dándole un ligero toque celestial. Las espadas de la estatua comenzaron a salir de atrás del escudo como cerrojos que liberaron al mismo de sus ataduras. Toda la superficie del escudo brilló y entonces empezó a desvanecerse como si hubiera sido algún tipo de ilusión.

- Ya está abierto. Vámonos.

- Lo hice. De verdad lo hice.

- Luego celebramos en el elevador. Ahora hay que apurarnos. Si no me equivoco, no durará mucho tiempo abierta. ¿No es así Joven Mío?

- Si, tiene razón.

Mío dejó su alegría a un lado y fue con los demás aventureros atravesando el ahora borroso escudo que se dejaba atravesar como si de una simple barrera de luz se tratara. Karlit y compañía fueron a buscar los Amilanes que lograron rescatar de su lado del salón. El resto recogió sus armas de los cuerpos que no quedaron del otro lado de los pasillos. Len hizo lo mismo buscando sus flechas. Lamentablemente, ya había perdido una buena cantidad de ellas. No podía darse el lujo de ir dejándolas por allí como si nada. Cada flecha era una posibilidad de salvar una vida.

Recogió un par para guardarlas, pero en cuanto vio su porta flechas notó que ya le quedaban menos de una decena. Vio a su alrededor, pero ya no había más cuerpos con sus flechas en ellos. Quería buscar mejor pero ya casi todos estaban yéndose y no quería quedarse muy atrás. Busco en su mochila y saco una docena de flechas. Busco mejor pero no encontró más. Ya había usado muchas en el milpiés gigante y las arañas de los pasillos por lo que estas eran sus últimas a la mano.

- Luego sacaré más pero ahora tengo que continuar.

Se colocó su mochila y la porta flechas y siguió a los demás. Se detuvo un momento para apreciar a la enorme estatua, aunque sea por una vez. Los detalles de la piedra era muchos, cada lugar estaba esculpido y cincelado con tanta delicadeza que se podía ver el esfuerzo que se puso en él. Estaba mas sorprendida por hecho sé que la estatua tenía una función más que decorativa, lo que la hacía aún mas increíble desde el punto de vista de Len. Su mirada recayó en los bordes del escudo para luego ver al corredor dentro de él en donde vio como los demás ya estaban lejos de ella. Se dio cuenta de que se quedó atrás y se apuró en seguirlos. Termino por ser la última la última en cruzar.

...

El camino era un largo corredor que se extendía sin ninguna otra salida más que adelante. Se iluminaba por una larga cuerda luminosa que colgaba del cielorraso y se extendía junto con el corredor. Pero un detalle más a resaltar era que las paredes estaban recubiertas por una vieja capa de sangre que pintaba el camino testigo de algún atroz suceso en tan pequeño lugar. A Len le daba mala espina, pero a los demás no parecía importarles esos macabros detalles. Solo estaban enfocados en salir cuanto antes de los niveles medios.

Un sonido similar al de error sonó detrás de ellos. El escudo de la estatua empezó a brillar y se volvió completamente sólido de nuevo. Las espadas cayeron cruzando el camino y sellaron la entrada. Ahora no había vuelta atrás. Eso no detuvo la caminata. Todos continuaron caminando y Len decidió apurar un poco el paso para estar al lado de los demás.

Se acercó hasta un aventurero que se le empezaban a notar los años entre las muy leves arrugas de su anaranjada piel. Era un Oni, una raza humanoide poco más altos que los humanos y con la diferencia que poseían unos colmillos que apenas sobresalían de sus labios y unos distintivos cuernos que salían desde la parte superior de sus frentes. Len intentó no hacer contacto por lo emocionada que estaba de poder ver a uno tan de cerca. Pero entre sus miradas de reojo el Oni se dio cuenta.

Akibajara: "Las Diez Mil Mazmorras"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora