Un extraño sonido era lo que escuchaba. Era como un tambor que sonaba a la par de las gotas de lluvia y así consecutivamente. Un par de golpes lo acompañan sincronizados entre sí. Todos estos sonidos eran mezclados y alterados haciendo que apenas si se entendieran para el oído de Len.
- ¿Pero que es todo este alboroto?
Abrió sus ojos y se encontró meneándose de un lado al otro mientras que el pasillo al que daba cara se alejaba. Esta no era la sala en la que estaban antes. Mucho menos era una que recordase. Era un pasillo de estilo neogótico con todo y pilares que terminaban en bóvedas de cañón en la sima al lado de las paredes de bloques de granito y adoquines pulidos. Y en este pasillo, solo veía como se alejaba de ella o, mejor dicho, como ella se alejaba de este.
Se sentía un poco mareada con dolor de cabeza y un gran dolor en sus muñecas. Observando mejor vio que estaba atada de las extremidades a lo que parecía ser una especie de puerta o mesa de madera. Como se hallaba casi en una posición de crucifixión, la gravedad se sentía más en sus muñecas. Pero para ella, el dolor de sus manos apenas si eran una molestia por la mala sujeción de los cinturones que la confinaban. Entonces comprendió que estaba siendo cargada por alguien en la espalda. Su olfato le permitió distinguir un peculiar olor a perro sudado que reconoció al instante. Quiso decir algo, pero un gran bostezo le ganó las palabras.
- ¿Con qué ya despertaste? Si que tienes el sueño pesado.
- Señor Balurft. ¿Puedo preguntar una cosa?
- Si es porque estás atado, fue por decisión de los demás. A mí no me metas. Yo solo cumplo el papel de cargarte.
- En realidad iba a preguntar dónde estamos.
- Supongo que esa también es una buena pregunta. Te lo resumiré rápido. Después de que Selia te atacó, el anillo te poseyó o algo así y destruirte el muro del elevador, dejando expuesta una salida. Tu te desmayaste y los demás votaron por que te cargue de esta forma en caso de que el anillo te poseyera de nuevo y quisieras atacar a alguien más. Luego de eso seguimos el nuevo camino, nos enfrentamos a unos cuantos koshcheys y luego encontramos este camino que supuestamente no llevará a un elevador.
- Parece que... ¿koshcheys?
- Si. Además de la recompensa en Amelazina, comeremos cangrejo. No fue un mal descenso después de todo.
- ¿Y no pasó nada más?
- Un que otro troll, goblins, lobos bestias, de hecho, este último tramo fue lo más normal que nos pasó en este viaje.
- Un momento ¿Cuánto tiempo estuve... inconsciente?
- Como unas dos horas mínimo.
- Valla.
- Por cierto ¿Estas más relajado de lo que esperaba? Digo, estas amarrado sin movilidad y parece no molestarte.
- Mmm... creo que lo tomo más como una interesante forma de viajar.
- ¿Que?
- E estado en situaciones mas raras.
- ¿Mas raro que estar amarrado a la espada de un licántropo perdido en Akibajara?
- Mej.
- No tienes remedio. ¿Pero te sientes mejor?
- Bueno, tengo mareos, pero creo que es normal. Y estoy seguro que no tengo intenciones de atacar a nadie.
- Con eso me basta.
- Por cierto ¿A dónde nos dirigimos?
- Ni idea. Yo solo sigo a esos cartógrafos. Les pagamos para que nos saquen después de todo, así que han de estar en lo correcto.
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Akibajara: "Las Diez Mil Mazmorras"
FantasyImagina un mundo un cincuenta por ciento más grande que nuestra Tierra. Súmale razas y especies fantásticas. Multiplicalo por magia, hechizos, encantamientos, conjuros y de más. Súmale un gigantesco laberinto creado por dioses ancestrales llegados d...