El rugir de mi estómago no me dejó dormir en toda la noche. La pasé horrible, pero, al menos, ya era hora de ir a la universidad y de camino, podría parar en algún restaurante de comida rápida y pedir algo para desayunar.—Hola hija, ¿qué te pasó en la cara? —Mi madre me mira raro desde la cocina al yo bajar las escaleras principales de la casa.
—Se llaman ojeras mamá... no dormí bien. —Me acerco a la cocina y solo veo dos tazas de café sobre la encimera; usualmente, son tres. —¿No hay café? —Pregunto señalando las tazas.
—No, lo siento hija, no alcanzó para una tercera. —Toma las dos tazas, le sirve una a mi padre y la otra se la queda ella. —Pero, sabes que cómo nosotros trabajamos hasta tarde anoche, la necesitamos más que tú. —Me da una sonrisa y se sienta en la mesa del comedor junto con mi papá quién lee el periódico en silencio cómo siempre.
—Está bien, me detendré de camino a la universidad por un café. —Digo y comienzo a caminar hacia la puerta principal.
—¿Cómo te vas a detener? ¿No ves que ya vas tarde? —Mi padre suelta el periódico de mala gana contra la mesa y me da una mirada de no muy buenos amigos.
—¡Llegaré bien, lo juro! —Digo y salgo por la puerta caminando hacia mi auto.
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Nuevamente, llegué tarde a la universidad.
Resulta, que la señora que estaba frente a mí en Starbucks, no se decidía si quería un expreso o un capuchino.
Por lo qué, me perdí las primeras dos clases de hoy; anatomía molecular, de la cuál pronto habría un examen; y biomédica.
Molesta y con lo que resta de café en mi vaso, me siento en las gradas de la cancha de baloncesto para esperar que la clase de biomédica termine y así poder ir a la otra que le sigue.
—¡Mar! —Escucho la voz de mi mejor amiga, Glen, en la lejanía. —Es horrible lo de que ésa señora no se decidiera por el tipo de café que quería. —Se sienta a mi lado y coloca su mochila a un lado de las gradas.
—Lo sé, ésta semana no a sido la mejor. —Tomo un sorbo de mi café, el cuál escupo inmediatamente ya que está frío.
—Todas las semanas dices lo mismo... —Me mira con una ceja levantada.
—Lo sé, mi vida es un fiasco. —Coloco el vaso de café a un lado.
De pronto, veo a Marcus entrar a la cancha con tres de sus mejores amigos, quienes por cierto, también era terriblemente sexys y populares.
Inmediatamente, me volteo de espaldas para que éste no me vaya a ver, aunque lo creo imposible, por qué cómo ya he dicho... soy invisible.
—¿Porqué te volteas? —Glen me mira raro.
—Para estirar las piernas. —Miento, pero ésta, no me lo cree.
—¿Qué pasa? — Mira hacia la cancha y ve al chico pasando. —¿Te pone nerviosa el Marcus? —Ríe.
—No, solo que quiero estar de éste lado. ¿Cuál es el problema? —La miro y veo con la esquina del ojo cómo Marcus me mira. Rápidamente, me volteo nuevamente de espaldas a la cancha.
—¡Mar Quinn! —Grita desde frente de las gradas.
—¿Mar Quinn? ¿Acaso te está llamando a ti? Pero tu no te apellidas Quinn... —Glen me murmura un tanto confundida.
—Debe llamar a otra, hay muchas Mar en esta universidad, ¿no?
—¿Mar? —Lo escucho llamarme y siento cómo comienza a subir por las gradas metálicas.
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Hades ©
FantasyMar es una chica simple, sin mucha gracia y un poco torpe. Su vida no es mejor ni peor que la del promedio de personas, eso sí, un tanto más aburrida que la de sus amigos de la universidad. Mar, es una estudiante de medicina la cuál es forzada a e...