Capítulo 19

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Me quedo perpleja observando la espalda de aquel dios del inframundo al otro lado de la habitación. Aquellas marcas pronunciadas y tan marcadas hacían que mi piel se erizara.

¿Qué es lo que Hades tiene en la espalda?

¿Porqué esas dos marcas más abajo de sus hombros parecían estar tan perfectamente sincronizadas entre sí...?

Misma altura, mismo anchor, mismo grosor y separación. Era, cómo si fueran dos almas gemelas, cómo si éstas fueran dos fotocopias idénticas en todo el sentido de la palabra.

No parecen ser quemaduras, ya que las cicatrices sobre salen un poco de su piel. Tampoco parecen ser rasguños o algo parecido... más bien, parece, cómo si hubiera tenido algo ahí, y ahora... le faltara.

¿Acaso serán?

No... no puede ser.

Veo al dios del inframundo darse la vuelta y colocar la toalla mojada sobre una silla a un costado de su armario. Mi corazón se ralentiza al verle venir hacia mí, al tener tantas dudas de quién es éste dios y de qué misterios o secretos esconde.

—¿Puedo saber a qué se debe el honor de tu presencia en mi habitación? —Me mira serio, llegando cerca y parándose frente a mí. Mi espalda, pegada a la puerta de su habitación, las palmas de mis manos, también en ella.

—Yo... —Olvidé cómo se habla. De mi boca, solo comienzan a salir palabras sin sentido alguno; tartamudeando. 

Mis ojos me traicionan y comienzan recorrer el cuerpo semidesnudo del dios que tengo en frente. Observo su pecho definido, con esos pectorales bien marcados. Mi mirada baja un poco más, hasta su vientre, en dónde mis dientes muerden descaradamente mis labios al ver sus abdominales bien definidos.

—¿Me éstas escuchando? —Murmuran los labios de Hades y yo salgo de mi trance; moviendo un poco mi cabeza en tanto parpadeo rápidamente.

—Sí... disculpa. —Digo avergonzada bajando la mirada al suelo y comenzando a jugar con mis dedos cómo siempre hacía cuando me ponía nerviosa.

—¿Qué haces en mi habitación? ¿No te ordené que estuvieras en la tuya? —Habla con un tono de voz frío. Su entrecejo fruncido.

—Tenía que hablar contigo... —Murmuro en tanto subo mi mirada hacia su rostro, el cuál, toma una expresión de confesión mezclada con algo que no puedo descifrar.

En esos momentos, la puerta que está a mis espaldas se abre rápidamente, me da un golpe que hace que pierda el balance y caiga al suelo sentada. Al la puerta abrirse por completo, Cosmos salta de detrás de ella, fatigado.

—¡Mi señor, cuánto lo siento! —Cosmos me mira con mala cara, me señala con el dedo índice apretando los labios, para luego acercárseme. —¡Ésta alma es más traviesa de lo que pensé! —Dice entre dientes colocándose las manos sobre su cintura al llegar frente a mí y mirándome cómo si quisiera matarme. —¡Ahora mismo me la llevo a su habitación y me aseguraré de que no salga de ahí hasta el cielo la venga a buscar! —Da dos pasos hacia mí para agarrarme, yo comienzo a deslizarme hacia atrás huyéndole, pero Hades le detiene.

—Quiero que se quede aquí. —El dios del inframundo habla y Cosmos se frena inmediatamente; su mano, ya extendida a solo centímetros para tomarme de un brazo. —Yo la llevaré a su habitación después. —El sátiro le mira muy confundido.

—Pero mi señor... usted está ocupado, tiene mucho que hacer. ¿Qué pasó con el asunto de la montaña? Ya estamos a casi nada de llegar al corazón. —Cosmos se endereza, dándome la espalda y mirando frente a frente a Hades; yo, aún tirada en el suelo con dolor en mi trasero por la caída.

Hades ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora