Capítulo 33

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+++ Perspectiva Hades +++

Comienzo a sentir el viento que entra desde la tierra, por la entrada que creé hacia el inframundo. Miro hacia arriba, y puedo ver la luz del sol comenzar a asomarse y rozar mi piel. Siento lo tibio de sus rayos en mi rostro, en mi cuerpo, en mi ser.

Hacía tanto tiempo que no veía a ése astro increíble; años sin pisar la tierra; siglos, sin salir de mi inframundo.

Cierro los ojos al salir a la superficie, continuando volando tan alto cómo puedo; sintiendo, la brisa del viento en mi rostro, cubriéndome... abrazándome. Tomo una gran bocanada de aire, oliendo aquel aire fresco que llena mis pulmones, ese aire diferente, ese olor característico que tiene el mundo.

Abro los ojos, en tanto extiendo mis alas hacia ambos lados; viendo por primera vez, la guerra en la que luchábamos.

Cientos de cuerpos de ángeles del cielo en el suelo; cientos de criaturas y monstruos que yo mismo había creado, yaciendo en la superficie. Busco rápidamente con mi mirada a Cosmos, las ancianas, las ninfas y a los ángeles caídos; hasta que los encuentro.

Los ángeles caídos, cortándole las alas a los ángeles del cielo, para que, una vez cayeran al suelo indefensos; nuestras criaturas y monstruos terrestres, *incluyendo a Cosmos y a Campanilla*, se desasieran de ellos de un mordisco.

Las ninfas, montadas sobre aquellos dragones que botaban fuego por sus bocas; derrotando a tantos ángeles del cielo, que era increíble solo de verlo.

Y las ancianas... eran una furia imparable con el Wentor del cañón.

Miro a mi derecha, y veo a Azael; luchando con un ángel caído. Rápidamente, comienzo a volar hacia e a toda prisa.

—¡Azael! —Grito con furia sin quitar los ojos de mi hermano.

Al éste escuchar mi grito, noto, cómo voltea el rostro y me mira asombrado, frío y confundido. Sus ojos, se ensanchan cómo dos esferas gigantes, mientras, lo veo quedarse paralizado.

En ese momento, el ángel caído, le da con su espada a Azael, causándole un corte en su pómulo izquierdo; sangre comienza a bajar de su rostro.

Azael, toma por el cuello al ángel caído, y le clava la espada de oro santo directo en el corazón. Mi pecho se arruga, al ver, cómo éste, saca su espada lentamente de su piel, en tanto suelta su cuerpo y éste, comienza a caer en picada al suelo.

—¡No! —Grito con coraje y con todas mis fuerzas al ver aquel ángel caer de aquella manera.

Mi ceño se frunce y tenso mi cuerpo llegando a Azael a toda prisa y estampándome contra su cuerpo mientras ambos comenzamos a luchar en el aire.

—¡Maldito infeliz! —Grito estampando mi puño contra el rostro de Azael en repetidas ocasiones; ambos, comenzamos a caer en picada.

Azael, me toma del cuello y yo, logro zafarme; dándole una patada en el pecho y alejándolo de mí. Una vez ambos estamos lejos el uno del otro, nuestras miradas se cruzan y veo, cómo Azael, pasa la parte trasera de su mano por su labio partido, limpiando aquella sangre que salía de su herida.

—¿Cómo es que tienes tus alas, Hades? —Dice mirándome fijamente; la expresión de su rostro es claramente de confusión.

—Gracias al amor, hermano. —Digo con una sonrisa burlona en el rostro.

Hades ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora