Capítulo 21

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Las manos de Hades se retiran lentamente de mi rostro, y yo; vuelvo a caer en tiempo abriendo mis ojos.

Una tristeza inmensa me invade en tanto le observo.

No puedo creer que todo aquello qué me mostró, pasará en realidad. No puedo creer, cómo éste dios del inframundo, sufrió e hizo que otros sufrieran tanto.

Mis ojos se cristalizan al saber que Hades fue la mano derecha de dios, que él fue un arcángel en el cielo... y que fue desterrado, por traición.

Pienso en todo el sufrimiento y el dolor que éste causó; en la aflicción que vivió cuando sus alas fueron arrebatas y encerradas. En la agonía de ser expulsado del único lugar que conocía, y aventado a un mundo lleno de eso que tanto odia.

El odio hacia los humanos, les arrebató todo lo que tenía; su gloria, su vida de paz... su eternidad en el paraíso.

Ahora todo me hace sentido; ahora todo comenzaba a encajar. Como cuando aquella ves, Cosmos me explicó del odio que Hades sentía hacia las almas de los humanos.

Entiendo el por qué de su inframundo, ahora comprendo el por qué de las torturas y la maldad de éste infierno.

Su odio hacia los humanos, lo a hecho crear un lugar nefasto en el que poder hacerles su eternidad miserablemente; en el que puede, torturarles libremente y descargar aquella ira y rabia que tiene en su interior... un lugar, en dónde poder desquitar y vengarse de aquello que dios le había hecho.

El comprender y haber visto la parte de la historia detrás de cómo el dios del inframundo, se convirtió el ser malvado y ruin que es hoy día; me había dejado atónita y sin saber qué pensar.

—Hades, yo... —Me quedo callada, sin encontrar las palabras adecuadas para expresar todo lo que siento en estos momentos.

Sin saber, qué decir que no fuera a ofender al dios del inframundo; me quedo en silencio por algunos momentos.

El que Hades se hubiera abierto conmigo y me permitiera entrar en su mente y ver aquella parte de su vida... de eso, estaba muy agradecida.

—¿No sabes que decir, no es cierto? —En su rostro se forma un sonrisa melancólica de labios cerrados.

—No... —Murmuran mis labios con un tono de voz bajo y calmado.

—Solo dilo... eres un monstruo despreciable el cuál traicionó a sus hermanos y a su creador.

Lo observo y mi corazón se arruga al verle así; al saber, que muy en el fondo en su ser, el recuerdo de aquello le atormenta.

—No diré eso.

—Dime lo terrible que fui, lo mal que actué y lo perverso que soy. —Se acerca aún más a mí y me mira; su respiración agitada. —¡Vamos... dime que ahora me temes y me desprecias! —El tono de su voz disminuye. —Dime que ya ves el lado de mí que antes no veías, y que ahora, has decidido alejarte por temor. —Murmura y lo veo tragar hondo al decir aquellas palabras.

—No te temo. —Doy un paso hacia adelante; mi pecho choca contra el de él y alzo mi rostro para poder mirarle a la cara. —¡Y nunca lo haré!

—No lo entiendo. —Menea su cabeza levemente en negación. —No comprendo cómo aún sigues, aquí... frente a mí; luego de haberte mostrado aquello.

—Todos cometemos errores.

Lo veo bufar de forma irónica.

—¿Errores? ¿Te parece que traicionar al dios todo poderoso, creador del universo y de todo lo que conocemos... es un error? ¿No te parece más bien... el pecado más grande y atroz que hayas cometido en tu vida? —Su mirada me intimida.

Hades ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora