Llegó ése día que tanto espera en un principio; pero que tanto me atemorizaba luego.
Recuerdo lo mucho que anhelaba que el cielo me viniese a buscar cuando a penas recién llegué. La tristeza que invadía mi corazón al saber, que por medio de un error, había llegado a este lugar.
Pero, gracias a las vuelta que da la vida... hoy día, no me quiero ir.
Quiero quedarme a pasar el resto de mi eternidad aquí... junto a él; junto a Hades.
Aquel dios magnífico que me quitó mucho, pero me lo dio todo. Aquel dios, que me hizo odiarle en momentos, y quererle en otros.
El ser que me hacía temerle y desearle a la misma vez.
Hades, era un vicio, una droga, un alma tan oscura y tenebrosa; de la cuál... yo no querías alejarte.
Su oscuridad me sedujo, su maldad... me cautivó.
No conocía lo que era el amor, hasta llegar a sus brazos. Hasta ver sus ojos rojos de cerca y comprender... que Hades, es mi otra mitad.
¿Cómo abandonar aquello que es parte de ti, así, de la noche a la mañana?
¿Cómo decirle adios, a eso que te hace sentir plena y te llena el alma?
Simplemente, se me hacía imposible.
El dios del inframundo y yo nos quedamos observando a Cosmos sin decir ni una sola palabra. Solo, viéndole ahí... parado frente a nosotros. Su mirada en el suelo, sus hombros caídos.
La tristeza que sentía mi alma en estos momentos no se podría describir. Mi corazón palpita lento y profundo; amenazando con solo apagarse para dejar de sentir.
Volteo mi cara sobre mi hombro y observo el rostro de aquel dios del inframundo. Su expresión de aflicción, sus ojos con un brillo de tristeza, su respiración entrecortada.
Hades, se para de el suelo, me ayuda a ponerme en pie; su mirada fija en mis ojos; cómo si quisiera grabar cada parte de ellos, cada rincón, cada linea de su color.
Éste, extiende su mano hacia mí; yo, la tomo y ambos nos sujetamos de la mano en tanto mi pecho amenaza con colapsar y explotar en llanto.
Ejerzo fuerza en la mano de éste dios, apretando los dedos del rey del inframundo; deseando no soltarle nunca. Deseando, aferrarme a él y no dejarle ir ni en un millón de años.
¿Porqué la vida tiene que ser así de injusta?
¿Porqué me quiere quitar aquello que me hace feliz... aquello que hace mi corazón palpitar?
Tal vez era, por qué en el destino de Mar Preston; no estaba el ser feliz y poder vivir una vida plena y llena de felicidad...
—¿Dónde están? —Hades rompe el silencio y pregunta, dirigiendo su mirada a Cosmos; quién parece estar triste por nosotros también.
—En la entrada. —Dice. —En el recibidor de almas.
Hay unos segundos de silencio en tanto Hades voltea a verme.
—Mar... —Hades habla y sus ojos rojos van hacia mí.
—Está bien; iremos. —Asiento. —Sé que al menos tienes que hablar con ellos. —Murmuro soltando un suspiro. Hades asiente levemente.
En ése momento, ambos, nos convertimos en una nube de humo negra y desaparecemos.
Al abrir mis ojos, veo que estamos en aquel lugar dónde llegué al inframundo por primera vez. Aquel lugar, en dónde los adefesios me halaron por un hueco y me aventaron al fondo de este infierno. En el lugar, en dónde conocí al sátiro que tanto he llegado a querer tanto, por primera vez.
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Hades ©
FantasyMar es una chica simple, sin mucha gracia y un poco torpe. Su vida no es mejor ni peor que la del promedio de personas, eso sí, un tanto más aburrida que la de sus amigos de la universidad. Mar, es una estudiante de medicina la cuál es forzada a e...