Capítulo 23

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Las palabras de Hades se me quedan grabadas en la mente e impregnadas en mi corazón como un tatuaje permanente. Su mirada suave y dulce hace que mi pecho se apriete y que aquella lágrimas que pedía a gritos salir de mis ojos cristalizados, cayera finalmente y rodara por mi mejilla.

La mano de Hades se acerca a mi rostro, y con su pulgar, muy delicadamente; éste limpia aquella lágrima y me regala una leve sonrisa.

Siento cómo el aire de la cueva comienza a refrescarse en tanto el calor y el vapor se dispersa. Miro a Hades, sus ojos negros y sus venas tornándose de su color natural; deshaciendo el efecto negro de su piel.

A nuestro alrededor, las almas aún en fila india; la luz potente saliendo desde una entrada en la pared.

—¿Qué está sucediendo? —Pregunto angustiada.

—No quiero hablar de ello. —Me mira serio y da dos pasos hacia atrás. Siento cómo éste vuelve a cerrarse ante mí.

—Tus... —Evito hablar de las alas de dios del inframundo, directamente. Así que, opto por no decir su nombre. —¿Están aquí? —Le miro preocupada.

El rey de todo lo malo, se queda callado por algunos segundos y lo veo subir sus manos sobre su cabeza; pasando los dedos entre su cabello negro y tomando un suspiro de desesperación.

Me quedo observándole en silencio; dándole su espacio.

Los ojos de Hades vuelven a los míos y veo cómo en su mirada se refleja el coraje y la furia que probablemente estaba sintiendo ahora mismo.

—Están aquí... —Dice tensando su quijada y frunciendo el ceño levemente.

Un frío recorre mi pecho al saber que las alas de éste dios, de éste arcángel caído... estaban en el inframundo.

—Pero... —No me atrevo a preguntar por miedo a cómo reaccionase éste dios cascarrabias, pero lo hago. —¿Dónde están? —Miro a mi alrededor y no puedo ver más que la línea de almas y la luz blanca a mi izquierda.

—Están allí. —Señala la luz, para luego, pasar su mano bruscamente por su rostro. Sé que está perdiendo la paciencia.

—¿Cuál es el problema? —Frunzo mi ceño en confusión.

—¿Quieres ver cuál es el problema? —Sonríe sarcásticamente, pero su rostro y su mirada aún siguen fríos y serios.

Hades, voltea su rostro y mira a una de las almas que están en la fila india. Con un solo movimiento de su cabeza, la primera alma de la fila, comienza a caminar y noto cómo esta se dirige hacia la luz.

—Hades, ¿qué es lo qué...? —Intento hablar, pero éste extiende su mano cómo diciéndome que no hable. Yo obedezco.

—Solo observa... —Murmuran sus labios sin quitar sus ojos de aquella alma.

Cuando el alma en pena se acerca lo suficientemente a la luz cómo para que le alcanzase; ésta se hace polvo esfumándose al instante.

Suelto un pequeño chillido al ver cómo aquella alma se había desvanecido con solo intentar traspasar aquella luz, con solo... los rayos de esta tocarle su piel.

Mi cuerpo se tensa y un temor inmenso me invade. Hades, voltea su rostro hacia mí y me mira con el ceño fruncido.

—No puedo llegar a ellas. —Dice molesto. —¡Y maldigo a Azael por esto! —Habla entre dientes; con sus puños cerrados emitiendo sobre sus nudillos una fuerza increíble.

—Tal vez, solo un arcángel puede tomarlas... tal vez tú... —Hades vuelve y me interrumpe.

—¿Quieres ver lo que pasa cuando intento pasar la luz? —Bufa. —Pues te muestro... —El dios del inframundo se acerca al resplandor y yo me tenso.

Hades ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora