Capítulo 17. Mi amuleto

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Carlos' POV

- Y... ¿Qué dicen? - dijo Mar antes de un silencio incómodo.

Sus papás se miraron entre si, yo estaba consciente de que tomar una decisión así nada más seria complicado.

- Les propongo algo - comencé - los invito a pasar el día de hoy juntos para conocernos más y que tomen una decisión al final del día para que Marian tenga tiempo de hacer sus maletas antes de partir por la noche de mañana - esta parte no estaba incluida en el plan pero estaba dispuesto a todo.

- Me parece una buena idea, Carlos - comentó su padre. Todos sonreímos y continuamos platicando unos minutos más.

Les propuse subir todos a mi habitación para estar más cómodos y ellos también comprendieron que la privacidad era importante para mi.

Una vez adentro, nos sentamos todos en la sala de televisión que se encontraba separada de la parte donde yo dormía y comenzamos a platicar sobre mí, mi familia y mi trabajo. Mi suegro y yo nos adentramos más en pláticas sobre deportes mientras Marian y su madre salieron al balcón.

- Bueno Carlos, aprovechando que las mujeres no están presentes - me tomó del hombro - quiero entender un poco mejor cuáles son tus intenciones con mi hija

¿Mis intenciones con su hija? Hacerla feliz.

- Le mentiría si le digo que planeo todo un futuro a su lado - me sinceré - no quiero decir que esto será pasajero, pero aún es muy pronto para poder definir lo que pasa entre nosotros. Sé que no nos conocemos y que irnos a viajar por el mundo tal vez no sea la forma más convencional de conocer más a una persona, pero quiero que Mar vea como es mi mundo para que ella decida si quiere estar conmigo o no - sentía un vacío en el estómago al pensar que al final de todo, la decisión será únicamente de Marian. Si ella decide que mi mundo no es donde quiere estar, yo no podría hacer nada para retenerla.

- Entiendo - su padre me miraba serio y yo todavía no aprendía a interpretarlo - déjame hablar con su madre, ella es a la que le preocupa más que nuestra hija se vaya sola por el mundo persiguiendo algo incierto, ¿me explico? - yo sólo asentí mientras él se levantaba para ir al balcón donde se encontraban sus mujeres unidas en un fuerte abrazo

Marian entró a la habitación con los ojos llenos de lágrimas y se limitó a sentarse junto a mi en el sillón. Su mirada estaba perdida en el televisor apagado y tiraba largos suspiros.

Me levanté del sillón de golpe y comencé a buscar algunas cosas que se encontraban dentro del espacio donde se estaba la cama. Después de unos minutos volví al sillón junto a ella y comencé a hablarle.

- Mira, esta es mi familia - le mostré el portaretratos que tenía en mis manos - él es mi padre, el grandioso Carlos Sainz - sonreí con orgullo - ella es mi madre, Reyes Vázquez, es muy guapa, lo sé - la escuché reír - ellas son mis hermanas, Ana y Blanca, Blanca es la mayor de los tres y yo soy el mediano y claramente el más guapo - yo no entendía porqué esta mujer seguía llorando pero decidí continuar - siempre viajo con esta foto, no importa a donde vaya, ellos siempre me acompañan - sentí como ella posó su mano sobre mi pierna - y este es uno de mis amuletos que me han acompañado desde que tengo memoria - le extendí una pulsera de oro - mi abuelo se la regaló a mi padre cuando él era pequeño y cuando comencé a correr él me la obsequió a mi. No la uso durante las carreras porque no puedo traer ningún tipo de accesorio pero siempre me la pongo después de terminar una carrera como forma de agradecimiento a los hombres que me han enseñado tanto - desabroché la pulsera y la coloqué al rededor de su delgada muñeca - y ahora quiero que tú la tengas, no importa cuál sea la decisión que tú y tus padres tomen hoy, quiero que siempre tengas un pedazo de mi, no importa a donde vayas - sus ojos se llenaron de lágrimas de nuevo

- Carlos, yo... - su voz estaba entre cortada
- No tienes nada que decirme, sé que tal vez sientas que estoy llendo muy rápido y no sólo en la pista - bromeé - pero toda mi vida he estado rodeado de muchas mujeres y nunca nadie me había hecho sentir lo que tú has logrado en tan poco tiempo. Puede ser cuestión de suerte o una simple coincidencia, pero prefiero interpretar esto que nos está pasando como un regalo del destino - tomé su rostro con mi mano mientras nos veíamos fijo.

- No es cuestión de tiempo, es cuestión de conexión. No importa ya lo que me digan mis padres hoy, estoy dispuesta a acompañarte hasta donde tú me permitas, así sea por Japón, por París o por la Luna - ahora ella colocó su delicada mano sobre mi mejilla - que pase lo que tenga que pasar y que dure lo que tenga que durar - nos miramos a los ojos mientras sonreíamos. Todo esto era real y se podía sentir.

Tras unos segundos de silencio, sus padres aparecieron junto a nosotros y tomaron asiento, se miraban serios.

- Lo siento mucho... - dijo su madre y mi corazón dió un vuelco

Cuando te encontré...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora