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Una mañana más calurosa de lo normal llegaba a la ciudad.
Mingyu había tomado su fin de semana para poder disfrutar de sus pasatiempos.
O bueno, ese era su plan.

El viernes que pasó pensó que debía volver a tomar el hobbie de su cámara fotográfica y ponerse manos a la obra. Sin embargo, apenas vio la funda de su cámara, y mucho más los marcos de fotos con mismas obras de su autoría en unos marcos dentro de su departamento, ese entusiasmo falleció así como su plan de fin de semana.

Ahora estaba echado sobre su cama con una película que transmitían por ahí, una película de baja calidad pero que por su mediocridad encantadora lo mantenía enganchado al pronto desenlace.
No vestía ropas formales y mucho menos había tomado una ducha. Aquel día era uno de esos tantos que finalmente no sabía si se arrepentía de tenerlos o no.

Tenía cosas que hacer en casa, pero todas sus tareas se habían pospuesto.

El mundo se detuvo un segundo cuando su móvil vibró y decidió por inercia recogerlo porque quizá y quizá no podría ser importante.

Entre los mensajes de promociones de cosas, bancos, tiendas y viajes, encontró uno de Wonwoo y otro de su jefe.
Leyó primero el de Wonwoo.

El mensaje era breve pero conciso: "¿Podemos tomarnos algo esta noche? puedes venir a mi casa. Aquí te dejo la dirección. "

A Mingyu se le pusieron los pelos de punta al solo ver como la dirección brillaba en un tono ligeramente más distinto que las otras letras.
El moreno pensaba que ese día iría a dormir temprano y con suerte haría el almuerzo con lo que sea que hubiese en su nevera.
Pero no.

Desde que tenía a Wonwoo más cerca de lo normal, las cosas se habían vuelto desordenadas y sin sentido. El trabajo se veía más aburrido, y pasar tiempo con un artista que con suerte tenía contacto con la realidad más emocionante y divertido.
No sabía si él mismo abrió los ojos o es el mundo que estaba patas arriba.

Cuál sea de las dos opciones, Mingyu tenía que finalmente hacerse cargo de lo que fuese a pasar con el trato con Wonwoo. Bueno, muy trato no era. Él trabajaba para que Wonwoo hiciera sus obras, en algún punto aceptó el oficio con el puro afán de salir de su rutina aburrida y de hacer las cosas más sencillas para que Jeonghan no lo odiara por no tomar esa decisión tan crucial. 

Y bueno, los caminos llegaron hasta ahí. Hasta Roma. 

Porque esa misma tarde, cuando el atardecer se convertía en noche, él se paraba en frente de una casa. Una casa hermosa, paneles parecidos a una madera más sintética que verdadera. Un balcón con barrera de cristal, estaba rodeada de una reja negra y con pilares castaños como las paredes. Era de dos pisos, y el jardín delantero pese a ser pequeño era agradable. Tenía un aspecto moderno. 

Mingyu toca el timbre mientras observa la casa. No era grande, pero seguro muchísimo más costosa que su departamento, eso por seguro. 

Sus labios pasaron por la lubricación de su lengua al ver a Wonwoo. Más por nerviosismo que por mera intuición. Hace mucho no visitaba a alguien que no fuese Jeonghan o la casa de un compañero de trabajo por aquellos condescendientes cumpleaños donde siempre regalaba vino y chocolates porque vaya, ¿A quién le importa unos empresarios tan aburridos como ellos que sólo hablan de estadísticas y política? Ellos eran distintos a Wonwoo o a su amigo de la oficina, el único que no hablaba de esas cosas. 

Mingyu era sensato consigo mismo. El pintor era sin duda como encontrar una aguja en un pajar de enormes seres iguales entre sí. Quizá no era tan especial por sí mismo, más bien era el hecho de estar acostumbrado a personas iguales y conocer alguien fuera de ese cuadro era una novedad. 

Out of my league (for now) / [Meanie // Minwon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora