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Mingyu no podía creer que apenas saliendo de la oficina, con la corbata un poco floja, el terno desarreglado y sus mechones caídos, al fin pudiese salir de allí acompañado. 

Un hombre, de casi su estatura, vestido con una camiseta de dibujos y unos jeans azules desgastados por los muslos, se paraba de espaldas hacia él. Un hombre que sin duda tenía su encanto y resaltaba por sobre los demás. 

—Wonwoo, un gusto verte.—Dice Mingyu, aferrándose de la tira de su bolso al mismo tiempo que sonríe por encontrarse con una cara conocida entre tantos oficinistas condescendientes. 

—No sé como puedes trabajar aquí, es deprimente.

—¿Deprimente? 

—No me imagino vestido con un traje todo el tiempo.—Suspira Wonwoo dándose vuelta sobre sus talones.—Pero tú destacas. 

—¿Porque soy alto? 

—No, porque tienes cara de querer algo más —Mingyu queda mudo, pero a Wonwoo le sobran las palabras—. Eres genial, Mingyu. Ahora, ¿Quieres ir a casa? 

—¿La mía? 

—Para una cabeza tan inteligente haces preguntas muy tontas —profundiza arteramente el muchacho mayor, que sin duda le saca una sonrisa al moreno más alto—. Vamos a mi casa, luego saldremos a otro sitio. Quiero enseñarte algunas cosas, podemos hablar o comer algo. 

—Prefiero hablar. 

—No te quejes de hambre después. 

Ambos comienzan a caminar. Mingyu se da cuenta de que el hogar del mayor no estaba tan lejos, aunque sí era una caminata contundente, no era más que unas cuadras que con la conversación relajada de ellos y el arrebol, lograran que dejara de contar los metros, los autos y las farolas. Ambos caminan y caminan, con el sentimiento de que algo más podían hacer en ese sitio. Sin duda eran calles que Kim había visto pero que perdían importancia. Estando en presencia del pelinegro cobraban un sentido sensible y suave, algo que sólo en museos lograba ver. 

—Me gusta que seamos amigos.—Murmura Wonwoo, mientras esperaban que un semáforo se colocara en verde.—No haces preguntas demasiado profundas, sabes abrirte en los momentos perfectos, y tu voz es bonita. 

—¿Mi voz? 

—Inspira confianza, como lo haría la voz de alguien que amas.—Se encoge de hombros y reanuda la caminata cuando el semáforo los deja.—No lo sé, eres genial y duele que te desestimes...

Mingyu lo detiene en medio de la calle. No por sus palabras, más bien por el peligro de un motociclista que por ser un vehículo más pequeño sentía el derecho de pasar la luz roja. El cuerpo de Wonwoo se echa hacia atrás por la fuerza de Mingyu en su brazo, y la motocicleta pasa con una rapidez desmesurada. 

—Oh mierda...—Exclama con una sorpresa sin igual el mayor.—Gracias, Mingyu. 

El moreno no dice nada, en verdad su instinto lo obligó a tirarlo más que su rapidez de acción. La sensibilidad de su entorno estaba agudizada, cosa que el azabache parecía no tener. Terminaron de cruzar la calle y Wonwoo se detuvo, viendo como los autos reanudaban su viaje como si nada hubiese pasado. 

—Lo siento, ¿Te lastimé?—pregunta el menor al ver que el pelinegro se sobaba la muñeca que jalaron. 

—No para nada... ¿Tú estás bien? 

—Lo estoy, yo debería preguntar eso. 

—Bueno, si no fuese por esa moto, seguro no me hubieses tocado. Así que bueno, algo bueno tiene todo esto.—Así que con toda la audacia que Jeon poseía por mero instinto, toma la mano del oficinista que era Kim y ambos salen corriendo por esas calles. 

Out of my league (for now) / [Meanie // Minwon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora