Marck Banner.
Joder, estúpida resaca.
La cabeza me daba vueltas. Y dolía demasiado. Pase a la cocina, buscando las benditas pastillas. Apenas las vi, me las tomé.
No había vuelto a tocar una botella desde que Am, se fue. No me parecía justo, que después de todo lo que tuvo que hacer yo siguiese bebiendo como si mi vida dependiera de ello, por qué la verdad es que no.
El alcohol, sólo lo utilizaba en ocasiones de extrema necesidad emocional. Y está era una de ellas.
Un tsunami de emociones se colaba en mi cuerpo, mi mente y corazón no lograban un acuerdo, una extraña combinación de frustración , impotencia, tristeza, y... ¿amor? Estaba confundido, no era muy consciente aún en mis diecisiete años de lo que sentía, lo fui... meses atrás, pero era tanto el vacío emocional que ya no conocía el bienestar a plenitud, de no ser por algunos momentos específicos.
La alegría, y mi personalidad no eran para nada falsas, sin embargo, siempre que me preguntaban que quería, por qué, y quien era en realidad, ahí, todo se convertía en una farsa.
Había perdido toda convicción de mí mismo en el momento en que ella me hizo dudar de todo lo que di por ella, dejó en tela de juicio que tan bueno era en realidad, y que tanto podría ser para lo demás.
Y aun así, no pude evitar sentir un golpe de emociones al mirarla de nuevo, al verla frente a mí, estaba harto de sentirla tan incrustada en el corazón, estaba agotado de seguir pensando en que solo quizá, había vuelto para darme una explicación.
Mi celular vibró en mi bolsillo alejándome de mis cavilaciones, y divisé en la pantalla un mensaje de mi madre.
‹‹Cariño, estaremos ausentes un poco más de lo esperado, estaremos allá en cuatro días. Lo prometo.››
Ignoré el mensaje, como siempre, cada vez que me llega una parecido, con absurdas explicaciones que no justificaban nada. Me deshice del celular tirándolo en el sofá de la sala mientras me daba una vuelta por la estancia.
Miré a mi alrededor, estaba sólo. Literalmente.
Mis padres no estaban , y la gente normal, debería estar durmiendo.
Am, debía estar durmiendo.
Suspiré, frustrado por mi situación.
Y ella... Ella también debería estar durmiendo.
¿por qué demonios no sólo puedo arrancarte de mi y ya?.
¿por qué tengo que quererla aún?.
No se lo merecía. No me merecía eso.
Dios, necesitaba aire fresco.
Salí un rato al patio de enfrente, cualquier persona pensaría que estoy loco, arriesgándome a un robo a altas horas de la noche.
Neh, quizás lo este.
Todo estaba normal, el cielo oscuro, aquella noche no estaba estrellada, no se veían constelaciones, todo tranquilo, las calles vacías. Todo en silencio y en soledad, como dentro de esa casa. Mi casa.
Cerré y aspiré el aire puro dejándolo entrar a mis pulmones consiguiendo calma en el proceso, me permití por un momento en dos semanas pensar en esa imagen que estuve todo el rato tratando de evitar.
Una sucesión de recuerdos azotó mi mente. El roce de sus labios con los míos, el sabor a caramelo que inundó mi boca al estamparse contra la suya, la rítmica que seguimos, la calidez que me abordó y el aroma fuerte pero dulce que desprendía, la sensación tan fabulosa de sentir que era solo ella, solo yo y ella, aunque gramaticalmente fuese un error.
ESTÁS LEYENDO
Entre Líneas
Teen FictionAmelia una chica de poemas y timidez notoria, con una historia, bastaba solo un beso para desenvolver un tsunami de emociones, dos caminos, dos personas, dos vidas distintas y opuestas. Una historia por contar a manos de una chica que por medio de...