Capítulo 24: Chocolate.

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Regálame una pieza,
Tienes la misma gracia que los cisnes,
Regálame una noche,
Te ves más hermosa con el atardecer,
Solo déjame regalarte algo con lo que sonrías,
Algo, como un trozo de chocolate.

Smith.

Amelia Adams.

Sentirse destrozada sería poca definición para eso que se me acumulaba en el pecho.

Recordar el pasado no me gusta, es como revivir una y otra vez aquellos sucesos que detesto, que me lastiman.

Si, sabía lo que hacía cuando subí al estrado, Si, sabía que iba a terminar así, de una u otra forma me conozco, por eso no quería que estuviera Lucas, hasta hubiese preferido que ni Alexa ni Hugo asistieran, pero ahí estuvieron.

A pesar de eso, lo agradecía, sobre todo a Lucas, se lo agradecía mucho, porque desde el momento que me sacó de esa sala lloré como niña pequeña, y él no hizo más que rodearme con sus brazos. Un amargo sabor impregnó mi boca, y es que no debía ser él quien me consolara...

Marck me decepcionó, como nunca creí que lo haría, es que podría perdonarle todo, menos que me fallara así, cuando lo necesitaba a él, sólo a él, ¿por qué dejarme así?.

Seguía derramando lágrimas, las aparté con mis manos entallando mi rostro.

Lucas me dejó unos dos minutos en la acera de un café, uno que conocía bien, fue donde tuvimos nuestra segunda conversación entré allí por unas cosas suspiré sonoramente, me sentía cansada, muchísimo.

Mi celular vibraba cada tanto tiempo, tenía mensajes de mamá:

‹‹ Cariño, sé que no estás bien, pero dime si necesitas algo, deja que Lucas te cuide ¿si?.››

Sonreí a medias, imaginando la película que mi madre debió armarse en su cabeza sobre mi inexistente relación con el rubio de ojos verdes que seguía en aquella tienda.

Entre otros mensajes, estaban los de Alexa, Hugo y André.

‹‹Darling, estoy aquí nena, acude a mí cuando necesites, para eso somos las amigas.››

‹‹Ame, sabes que el tiempo no tiene nada que ver con las buenas amistades, estoy para lo que quieras.››

‹‹Pequeña, haberme dicho antes todo esto, hace mucho rato que te hubiese sacado de ese infierno, estoy contigo ¿sí? Déjate consolar...››

Las lágrimas salieron sin que las pudiera retener, no podía imaginar cómo me veía, seguramente hinchada y desastrosa.

No respondí ninguno, estaba por guardar el celular cuando volvió a vibrar y esta vez no era ninguno de ellos. Era Marck.

Una punzada de dolor mezclada con algo de tristeza me dio en el pecho, abrí el mensaje.

‹‹Soy un imbécil, idiota, mal amigo, ingenuo, desgraciado, cínico, descarado, Llámame como quieras Am, como se te plazca, pero por favor, déjame hablar contigo, te fallé lo sé, y te pido perdón, perdóname por favor, lo hago de rodillas si quieres, perdóname, Soy un idiota, debí estar para ti lo sé, no voy a excusarme, porque no tengo excusa, lo único que puede pedirte es que me escuches, y que sepas que aunque está vez falle, jamás lo haría de nuevo, nunca, ¿me entiendes?, y es que sabes que no cometería este mismo error dos veces, por favor , te lo suplico, perdóname, déjame hablar contigo, contesta las llamadas ¿sí?, te lo pido fresita, por favor, Dios Amelia, por favor...››

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