Capitulo 32: la policía .

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Perdón, porque a veces creo en el individualismo,
Perdón, porque mi corazón se sumió en egoísmo,
Y por cernirme en mí, jamás noté,
Que tú necesitabas más.
Por eso, hoy soy yo,
Quien se decide a darte la mano,
Y aun contra todo,
No te soltaré.

Amelia Adams.

La noche dejaba paso a la madrugada, y mi celular había sido apagado tiempo atrás. Decidí hacerlo en el instante en que llegamos a un sitio en el que no creí jamás poder estar.

Una estación de policía.

Si, Lucas me había llevado a una estación de policía, y eso no era lo desconcertante, lo que sí lo era fue el viaje hasta acá, que se dio mediante una camioneta perteneciente a uno de los agentes que nos escoltó hasta la oficina que habitábamos en ese momento.

Mis preguntas habían sido contestadas, pero no existía analgésico para poder remediar el dolor que inundaba mi pecho.

— Perdón — solté, con un nudo en la garganta. — no debí decir nada de lo que te dije...

Él por primera vez en mucho rato levantó la mirada dejando a la vista sus ojos rojos, hinchados y rodeados de ojeras, su aspecto cansado era algo que me dolía, y no noté hasta ese instante.

Él sonrió sin que dicha sonrisa llegara a sus ojos, y se encogió de hombros.

— no hay nada que perdonar. — Negó — desaparecí, te dejé tres semanas en las que me necesitabas... Me lo merecía.

Su sonrisa era más bien irónica y me dolía.

— No, — negué yo — perdiste a tu madre, a tu hermano, tu vida... Ahora tienes en peligro a tu padre... No, no merecías que te presionara, de verdad perdón.

El me miró, y blanqueó los ojos, el gesto me descolocó de cierto modo hasta que se acercó a mí, rozando sus labios con los míos, su tacto me estremeció al instante.

—Lu...

— los extraño, y quizá aún no lo supero del todo pero, ¿De verdad crees que me alejé por eso? — inquirió, interrumpiendo y mordí mis labios, nerviosa y ansiosa porque no respondí — Fue por ti... Para protegerte a ti, — afirmó.

Sus ojos fijos en los míos, provocaron que mis nervios escalaran más aún.

— no ... no comprendo... — murmuré incapaz de alejarme de él.

— ¿Por qué crees que estamos aquí? — preguntó, mirando a su alrededor, señalando la estación. — pude haberte llevado a la cabaña, pero no, ahí estaríamos en peligro.

Fruncí el ceño al no entender en absoluto nada de lo que me decía.

— ¿Viste el artículo del periódico? — asentí dejándolo hablar. — Bien, tu papá trabaja para Giordano, Andrade y asociados, el bufete de abogados ¿No? — repetí la acción anterior, recordando algo del artículo. — ¿Te suena el Giordano?

Ahí lo comprendí todo. Miguel Giordano, era el dueño del bufete, y él culpable de toda la tragedia de la familia Smith.

Caí en cuenta de que cada cosa se unía con la otra. ‹‹ Jorge Adams está siendo investigado por lavado de dinero en el bufete para el que trabaja ›› leí en otra noticia.

El lavado de dinero correspondía a todas las jugadas de su dueño, que destruyó toda una familia por un veredicto justo al momento del juicio que el mismo convocó por su hija que solo dijo una sarta de mentiras por despecho. Leonardo llevó a cabo una investigación para poder defender el caso y fue ahí donde por casualidades encontró otras verdades, pruebas que habían sido entregadas, pero que "Mágicamente" habían desaparecido días después del escape de Leo y Lucas a Barcelona.

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