Capítulo 29: Collar.

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¿Alguna vez te dije que verano era mi época?
¿Recuerdas que te hablé de mi preferencia por otoño?
El sol revive por el día, la luna me busca por la noche,
Lo nuestro es un juego de miradas, como el cambio de estaciones,
Conocen de ante mano sus lugares,
Pero no designo un puesto para uno de ustedes,
He puesto en la balanza la cantidad de emociones,
Pero he vuelto a pensar, y la regla no quiere darme otras medidas.
No soy de renunciar, pero el individualismo no es lo mío,
Y si te suelto, no es por mí,
Juro mirándolos, junto al cielo,
Nadie merece empezar, siendo una opción.

Amelia Adams.

Sábado 16 de junio del 2018.

5 días después.

— No lo sé; siento muchas cosas. Estoy confundida.

El consultorio del doctor Felipe se ahogaba en prolijas y blancas paredes, llenas de títulos, doctorados, y fotos de su familia.

Me encontraba sentada en uno de los sofás, pensando en cada palabra que estaba por decir para la que sería mi sexta sesión.

El hombre de unos 46 años, cabellera grisácea y ojos almendrados de color miel, facciones duras, y cuerpo robusto, vestía una bata blanca por fuera, junto con un jersey azul marino y pantalón de gabardina.

— ¿Que te hace sentir Marck? — inquirió neutral. La terapia comenzó casi una hora atrás, por urgencia y necesidad para resolver una situación que estaba por volverme loca.

— Realmente... Marck es un vaso de agua en el desierto, es refrescante, es... Necesario. Cuando estamos juntos me hace sentir plena, valorada, incluso admirada. Él me conoce muy bien, reconoce mis buenos, y mucho más mis malos días, ha estado para mí siempre, excepto... lo del juicio. — traté de explicar. — pero, aun así, nos conocemos hace años, crecimos juntos, he llorado con él, he reído, he sentido, he vivido. —recordé como una acotación para mí misma. —Lo quiero... Siento un inmenso cariño por él, — agregué, — en ocasiones es mi cuerpo quién me recuerda la atracción que de una u otra forma me une a él, al mirarlo sacudir su cabello, o cuando me mira con una sonrisa, también cuando relame sus labios... Si, recuerdo nuestro beso, el error que dio inicio a un cúmulo de emociones que parecía tener guardadas hace mucho dentro de mí, ¿me explico?.

Felipe asintió, haciendo un ademán para que siguiera.

—fue un detonante. — admití. —el beso fue un detonante demostrativo de mis sentimientos, yo... Siempre he reprimido mis sentimientos... Y sabía que no era bueno, pero desde la situación con mi padre decidí yo misma aparentar lo mejor posible que nada dolía. — suspiré al confesar eso, sentía una carga menos. Felipe me escuchaba atento. — desde ahí comprendí que no era solo amistad, el gusto y la atracción apareció en la ecuación. Creí que solo era yo, pero hace unas semanas de su declaración, entendí que no.

El doctor escribía algo rápido, para después levantar la mirada sus orbes miel atendiendo mi confusión con compasión y serenidad.

— Si los dos se gustan, ¿por qué no estas con él?

Un suspiro pesado brotó de mis labios.

—Lucas... Él es la razón.

Asintió, sopesando su siguiente pregunta.

—¿cómo te sientes al estar con Lucas?

Tuve una respuesta casi inmediata.

— De maravilla. —solté sin más. —Lucas es extraordinario, desde que nos conocemos, cuando estoy con él un aura de seguridad me inunda, me transmite protección, conmigo es súper dulce, muchas veces me siento nerviosa por su presencia, conoce de mi mucho más de lo que él mismo imagina, es muy observador y controlado eso me resulta interesante, siempre hace lo posible por hacerme reír, podía llevar cualquier tema por conversación sin sentirme estúpida, por otro lado me intriga que se digan tantas cosas de él, y que no sea capaz de aclararme si debo creer, hace poco más de dos semanas no se de él, y no me gusta la sensación de rechazo que estoy sintiendo no sé qué está pasando, porque él no quiso contármelo y ahora no contesta mis mensajes ni llamadas. Siento que no confía en mí.

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