¿En serio soy un héroe?

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¿Héroe?

¿Ser un héroe?

No, no, no. Debía ser una broma. 

Eso es lo que Yamaguchi pensaba mientras se veía en el vidrio roto de un automóvil en plena calle. Su máscara roja mal cosida cubría su rostro y su pegado traje, igual que su máscara, mal cosido, intentaba protegerlo de las balas que llovían a su lado. Había personas escondiéndose tras postes de luz y autos que ahora de corazón esperaba que el seguro los cubriera. 

Era bastante extraña su situación, en una inocente visita al instituto tecnológico más importante de su prefectura lo picó una linda, y nada aterradora, araña. Y ahora ¡boom! Extraños poderes de la noche a la mañana. No bromeaba cuando dice de la noche a la mañana. Cayó desmayado y ya cuando despertó, se enredó en sus sábanas amarillas que habían quedado todas pegajosas después de eso. ¿Con qué cara lo iba a ver su madre? Pero ese no era momento de recordar eso, se dijo mientras una bala rozaba la punta de su oreja. Por suerte se había movido lo suficiente como para que no le perforen el cerebro en su segundo día de servicio. 

Se dirigió rápido hacia el origen de los disparos. Había civiles en peligro, y no lo dejaría pasar. Corrió a pesar de que sus pies dolieran con dirección al caos, bastante imprudente, si se lo preguntaban. Esquivaba gracias a sus nuevos y desarrollados reflejos los ataques que prefería ignorar si iban a él o no. A su vez intentaba no chocar a las personas que corrían en dirección contraria. Evitaba usar su telaraña, primero, le daba miedo que un líquido blanco y viscoso saliese de su cuerpo. Segundo, no tenía la más pálida idea de cómo controlarla. Tenía suerte que sus pies no se hayan pegado al suelo cuando quiso correr. 

Divisó la imagen de dos sujetos vestidos de negro con armas en sus manos, apuntando a las personas que corrían. ¿Su objetivo? Ni idea, ¿le daba miedo? Estaba aterrado, pero, ¿los detendría? Sin ninguna duda. 

Se ocultó en la sombra de la noche mientras trepaba un edificio. Intentaba ser lo más silencioso posible, así esos criminales no verían venir el final de la pelea. 

-Bien, ahora si, deben funcionar- Susurró para si mismo mientras con sus manos en una forma un poco extraña apuntaba al primer maleante. Suspiró profundamente y disparó. Al instante, con su otra mano, apuntó hacia el otro. Cerró sus ojos con miedo a ver si había fallado. Sería su fin. Lentamente abrió un ojo, para encontrarse con los dos tipos pegados al piso en una telaraña bastante desastrosa. Intentaron dispararla varias veces, sin efecto alguno. Genial, nota mental, las telarañas resisten balas. Pensó mientras veía los objetos metálicos pegados a la sustancia. 

Las sirenas de la policía se escucharon a lo lejos, sin embargo, no se fue hasta que se aseguró que los dos hombres fueran capturados. Le dio un poco de gracia cómo los oficiales se pegaron en su red. Si, era nuevo para ellos. Las silenciosas risas fueron calladas cuando uno de sus pies se quedó inmóvil en el techo de ese edificio, ¿En serio se había pegado? Sí, era nuevo para él también. 

 

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