Itsy Bitsy Araña

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A veces le daba miedo su presentimiento. Aunque esta vez más que asustado, estaba agradecido por haber hecho su tarea de Biología II durante sus clases, por que el humo que salía de un edificio en una de las calles de la ciudad le advirtió que necesitaría su traje. Se encargó de poner música en su habitación para disimular su escape y salió por su ventana asegurándose que nadie lo vea. 

Seguía reacio a usar su telaraña, por lo que en las sombras se aproximó al lugar del peligro. Era efectivamente un incendio en uno de los pisos altos de un edificio. Le daba un poco de miedo el fuego, pero el grito en el lugar de las llamas le hizo reaccionar. 

Ante los ojos de la policía y los medios trepó por las paredes de ladrillo hasta llegar al al sitio más caliente. Sí, era un poco suicida. 

-¡Ayuda!- Escuchó a lo lejos. Sin dudarlo se adentró entre el fuego y el humo. Agradecía tener su máscara puesta. Intentaba ser lo más cauteloso posible, la madera se volvía inestable con las llamas. Unos trozos encendidos de techo casi caen en su cabeza, pero afortunadamente logró esquivarlos, aunque por poco. Maldecía su habilidad por estar a milímetros de la muerte cuando se supone que va a salvar personas. 

Los gritos se escuchaban cada vez más cercanos, y la estructura cada vez más inestable. Tan sólo podía ver naranja y amarillo en frente suyo, mientras oía el crujido del suelo bajo sus pies. Sí, estaba en extremo peligro. Pero la vida de alguien estaba antes de eso. Cauteloso encontró a la mujer que gritaba por ayuda. Tenía trozos de madera clavados en sus brazos que protegían algo desconocido. Además, un gran trozo de madera hirviente había caído sobre su pierna, dejándola inmóvil. Ya cuando se acercó, se dio cuenta que eso abultado que tanto se esmeraba en cuidar soltaba pequeños quejidos y se movía. Era inteligente, no tardó en deducir de qué se trataba. 

Se arrodilló frente a la mujer y con su ahora desarrollada fuerza quitó la madera que la lastimaba. Se notaba que no se podía levantar. 

-Salva a mi hija.- Pidió la mujer sin esperanza, a lo que Yamaguchi la miró, y gracias a las arrugas de su máscara, ella podía ver que sonrió.

-No.- Afirmó dejando a ella sin palabras.- Las salvaré a las dos, nadie debería crecer sin sus padres.

La mujer no salía de su sorpresa. 

-Asegúrese de sostener bien a su hija, saldrán de aquí muy pronto.- Dijo mientras la levantaba y cuidadosamente iba hacia la ventana. La madera no dejaba de crujir, pronto se rompería. A pesar de no querer usarla, como pudo realizó una especie de cuerda con su telaraña. Tejió una parte más gruesa, para que allí la señora pudiera sentarse. Además aseguró a la bebé a la señora, así la mayor podría sujetarse de la cuerda y ninguna correría peligro al bajar.

-Mi esposo, está un piso más arriba.

-Tranquila, ahora iré por él. Para quitar esto sólo tiene que cortar el hilo y saldrá fácil. Dígaselo a los bomberos allí abajo para que la puedan atender. Ahora mismo irá su esposo.

Así, soportando el peso, bajó a la mujer junto a su bebé. Una vez se aseguró que estén en el suelo, cortó su telaraña y como pudo salió por la ventana. Sería más seguro trepar por fuera que intentar cruzar la habitación en llamas. Encontró la siguiente fila de ventanas y entró por una de ellas. El calor era mucho más fuerte que abajo, quizás era el origen del incendio. Caminó por las habitaciones intentando encontrar al esposo de la mujer que acababa de salvar. Cruzó por un cuarto y ahí vio a un hombre junto a un niño y dos adultos más, rodeados por un fuego intenso. 

-¡Aquí! ¡Ayuda por favor!- gritaron para que Yamaguchi se acerque. 

Sin pensarlo dos veces fue donde se encontraban. 

¿¡Un Héroe!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora