Zoológico de dinosaurios

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Después de esa extraña despedida, Yamaguchi se quedó inquieto, bueno, después de que su amor platónico de toda la vida le haya demostrado, a su manera, cariño, era... extraño. 

Algo que sus cosquillitas no podían prevenir. 

Sentía la adrenalina correr por sus venas, no quería cortar el contacto, no quería que todas esas insinuaciones de los últimos meses queden en un tal vez. 

No le gustaba sentir esa inquietud de "¿y si?", no quería mirar atrás y decir "pude ser yo". ¿Quién mandaba que él no dé el primer paso? ¿Porqué no podría?

Digo, si salvaba a la ciudad cada que un loco misterioso con códigos indescifrables decidía disparar, prender incendios, y herir personas, podría declararse a su crush. 

Dio la vuelta en la calle, aún viendo la espalda de Tsukishima, era difícil de perder, si era sincero. 

Quiso correr, llegar hasta allí rápido, pero un apretón en su pecho se lo impidió. Por un momento pensó que era un peligro inminente, que algo pasaría, pero no era su nuevo instinto. Era una sensación diferente, pero una tan conocida. 

¿No podías esperar un mejor momento? Se dijo a si mismo. Ansiedad maldita. 

Intentó ignorarla, de verdad que sí, pero ese pequeño niño de 10 años le pedía a gritos que parara. No es como si pudiese hacerlo con una identidad secreta. ¿O sí?

Agradecía su paranoia, pues debajo de su ropa traía su traje. Un héroe debe estar atento siempre, ¿verdad? Sobretodo en las noches, donde el peligro parecía crecer y crecer. 

Se metió en una intersección, y sí, quizás era una decisión estúpida, no, no quizás. Era una decisión estúpida, más después de haber levantado su máscara ante él, pero el amor entorpece, y deja que las neuronas borrachas de químicos felices manejen su cuerpo. 

Si había perdido su filtro social, ahora lo había enterrado a tres metros bajo el suelo, con muchas flores bonitas. Hay que recordarlo con cariño. 

El amor no sólo lo atontaba a él, Tsukishima, después de su dilema existencial y gran cambio de vestuario, seguía parado viendo a la nada. ¿Qué estaría pensando?

Trepó por la pared silenciosamente, y por los tejados llegó hasta el lugar donde se habían despedido. 

-¡Hey, Tsukki~!

Gritó desde el tejado de ese pequeño edificio. 

Tsukishima volteó hacia todos lados intentando identificar la voz. Sólo había una persona que le decía Tsukki, y esa persona debía estar ya metida en su casa, bajo las cobijas, batallando con dejar su teléfono y dormir. 

-Arriba, ricitos.

Dijo riendo ante la confusión del rubio. Bueno, ahora habían dos personas que le decían Tsukki, y una era terriblemente irritante. 

-¿Spiderman? 

-El mismo.

-¿Qué haces aquí?

Preguntó algo arisco. 

-Vaya anochecimos enojados, ¿eh? Pues nada, dando un par de vueltas por la ciudad, salvando a las personas, y ahora me encuentro a mi rubio favorito en el medio de la acera. Qué lindas coincidencias, ¿no? 

-Pues ya me viste, vete. 

-Awww, no arruines la fiesta, Tsukki~~ Ven, charlemos un rato, no todos los días puedes conversar con un superhéroe, no desaproveches. 

-No me interesa, vete. 

-Nop.

-Ándate.

-Nopi.

¿¡Un Héroe!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora