Sobaco de gallina

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No sabía cómo lo vería a la cara. 

Le había coqueteado. 

Le dijo bonito, caballero y ricitos de oro. 

Quería estampar su cabeza contra el espejo para quitar el sonrojo de sus mejillas. 

Era la situación por la que pasaban Tsukishima y Yamaguchi mientras se arreglaban para ir al Karasuno. 

Tsukishima quería pensar que el enmascarado no era Yamaguchi. Era tan distinto en las palabras que elegía, en la manera de responder y la actitud con la que lo hacía, pero a su vez, esa piel morena con rastros de pecas, esa suavidad que veía todos los días, cómo se preocupaba, la clase con la que se movía, era idéntico a su mejor amigo. 

No sabía cómo lo vería a la cara sin pensar en Spiderman. 

Yamaguchi quería que la tierra lo tragara, cuando coqueteó con el rubio no pensó en que lo vería al día siguiente. Verlo en la mañana. Verlo en el entrenamiento de voley. Se le olvidó que es su maldito mejor amgio.  Genial Yamaguchi, eres un genio. No quería que se note su nerviosismo, no quería delatarse, debió fingir la voz, o ser más, diferente. Sentía que se había puesto en un blanco fácil para identificar. Tsukishima es astuto, es perspicaz, a pesar de ser silencioso, observa con detenimiento y lo analiza. 

Estaba jodido. 

No, no jodido.

Estaba muerto. 

Podía dar por hecho que su mejor amigo, su amor platónico, lo iba a descubrir, y no sabía cómo ocultarlo, o disimular. No sabía cómo convencerlo de que no era él. 

Muy en el fondo sabía que era imposible. Sólo tenía que empezar a preparar su lápida, y elegir el color de su atatúd porque cuando Tsukishima ate los cabos, el infierno se desataría. 

-¡Hey Tsukki!- saludó en el camino a la preparatoria. ¿Sonó forzado? ¿Sonó natural? Sentía que su corazón bombardeaba su pecho por los nervios, pedía al cielo no sonrojarse. 

-Hola Yamaguchi.- respondió Tsukishima, analizando cada facción de su amigo. Quería desviar su mirada, quería romper la hipnosis de las preciosas pecas, pero no podía. En su cabeza ese chico tímido y de mirada dulce le había dicho que era su primera vez. 

Ante el recuerdo sus mejillas empezaron a colorarse de un cada vez menos tenue rojo. 

-¿Tsukki, estás bien? ¿Tienes fiebre?

Preguntó Yamaguchi acercándose a su rostro. Se paró de puntillas y posó su mano en la frente del rubio. Inspeccionaba con cautela las facciones y las reacciones de su amigo. 

-Sí, sí, sólo, un recuerdo...

Respondió alejándose como si le fuese a contagiar de una terrible enfermedad.

Yamaguchi sólo podía reprocharse en su cabeza. Bien hecho, como si la situación no fuese lo suficientemente tensa como para que esté coqueténadole a Tsukishima sin su máscara. 

-¿Estás listo para el torneo? Falta poco.

Preguntó, para romper el silencio.

-Supongo, objetivamente hablando, si podemos pasar las eliminatorias, más allá no lo sé.

-¡Confía, Tsukki! Nuestro equipo es fuerte.

-Pero qué tan fuertes, es la pregunta. 

-Yo digo que sí le ganamos al Shiratorizawa. 

Tsukishima levantó una ceja, ¿desde cuándo tenía tanta confianza?

-¿Desde cuándo eres tan optimista?

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