Capítulo 22

127 18 0
                                    

CAPÍTULO 22

Unas horas después de que he convencido a Serena de volver a casa y me he convencido de que el bebé está completamente fuera de peligro, vuelvo a casa para tomar una rápida ducha y a buscar mi tarjeta de crédito. Los últimos dólares que tengo serán gastados en la clínica y eso me complica un poco más las cosas. He gastado mis ahorros en estos dos meses y pensar de dónde conseguiré más hace que un dolor tremendo de cabeza comience a molestar.

Me visto rápidamente y aplico un poco de perfume en mi cuello. Tomo mi cartera, guardándola en el bolsillo trasero de mi pantalón, tomo mi celular y me coloco una chaqueta de cuero antes de guardar las llaves de casa y el móvil en los bolsillos. Paso de largo por la cocina porque realmente no tengo apetito y calzo mis pies con mis botas de cuero. Lanzo una mirada al espejo de la entrada y resoplo; mi rostro luce como la mierda, delatando que no he dormido nada y que estoy bastante cansado.

Salgo de casa sin prestarle mucha atención en eso y me subo al coche. Comienzo a conducir y gruño por el piloto que suena una y otra vez recordándome que debo abrochar el cinturón de seguridad. Malditos coches automáticos.

Conduzco con rapidez, impaciente por llegar a la clínica. Me siento incompleto ahora que no estoy con Junior. Es algo raro; siento como si me hubieran arrancado una parte de mi corazón. Siento que falta mi otra mitad y sentir esto en cierta manera me asusta porque de manera inconsciente me he vuelto dependiente de él, dependiente de su sonrisa y los locos balbuceos que escapan de su boca. Sonrío como un imbécil en un semáforo en rojo y salgo de mis cavilaciones cuando un coche toca el claxon desde atrás. Cambio la velocidad del auto y presiono el acelerador para llegar de una vez a la clínica.

Cinco minutos después, estaciono el coche en el aparcamiento designado a los visitantes de la clínica. Me bajo de él y lo bloqueo inmediatamente antes de comenzar a caminar. Escondo mis manos en los bolsillos de mi chaqueta, yo saludo al guardia de seguridad que está en la entrada y me voy directamente hasta Pediatría. Ver tantos niños en todos los lugares me hace recordar el por qué estoy aquí y me estremezco débilmente al acordarme de la noche anterior.

—Hola.

La chica detrás del mostrador alza la mirada y sonríe suavemente.

—Buenos días. ¿En qué puedo ayudarle?

Apoyo mis antebrazos en el mesón y suspiro —Mi hijo fue atendido por urgencia anoche y me gustaría pagar la atención.

—Claro. Deme el nombre del paciente, por favor.

—James Barnes.

La chica asiente para buscar en los registros de la computadora. Mis dedos golpean ansioso la madera del mesón. Me siento inquieto, quiero ir a ver cómo sigue Junior y preguntar si por fin hoy podré volver con él a casa.

—Uh, disculpe, señor...

Miro a la chica y alzo una ceja para que ella siga hablando.

—La cuenta del paciente ya ha sido pagada.

Junto mis cejas, totalmente confundido —¿Eh? ¿Puede volver a revisar? Tiene que haber un error porque yo no he pagado nada.

—Espere un momento.

Yo realmente no alcanzo a responder cuando la chica abandona el mesón de trabajo e ingresa a una oficina para hablar con una mujer un poco más mayor que ella. Ambas hablan y me apuntan hasta que finalmente salen de la oficina y se acercan a mí.

—¿Cuál es su nombre? — me pregunta la nueva mujer.

—James Barnes— le digo, sin entender nada —. ¿Alguien puede explicarme qué sucede aquí? Yo sólo necesito pagar la cuenta de atención de mi hijo para luego irme.

¿Este bebé es tuyo? | Bucky Barnes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora