Capítulo 19

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CAPÍTULO 19

—¡Por un demonio, déjame en paz!

Bajo la mirada y miro mis manos sintiéndome realmente incómodo. Estoy en casa de Sam porque he venido a pedirle que se quede con el pequeño cerdito esta noche, pero él ha comenzado a pelear con sus padres, otra vez. Yo sé que la relación de Sam y sus padres es mala, pero ahora está mucho más jodida. Los gritos de mi mejor amigo se escuchan por toda la casa y agradezco no haber traído al pequeño cerdito junto a mí porque si no sería un gran lío. Zemo se ha quedado con él, pero no puede cuidarlo esta noche ya que su madre llega de Dakota del Norte y tiene una apestosa cena familiar.

—¡Samir! — grita la madre de Sam en forma de reproche —¡Tienes que estar aquí cuando tu hermana llegue!

—¡Ya te dije que no!

Estoy tieso en el sofá mientras que mi mejor amigo se deshace en gritos junto a su madre en el segundo piso. Esto no es algo nuevo. Es más, ocho de cada diez veces que vengo a casa de Sam, él está discutiendo con sus padres. Afortunadamente, el padre de Sam no ha salido de su estudio o sino, ya comenzaría la tercera guerra mundial. ¿Qué es más incómodo que estar en casa de un amigo y que él y su madre comience a discutir? ¡Nada!

Me coloco de pie en un salto cuando el señor Sinclair sale de su despacho azotando la puerta como si odiara encontrarse en este lugar. Por supuesto, él ignora completamente mi presencia y se dirige a pasos agigantados a la segunda planta mientras Sam y su madre gritan a diestra y siniestra. Su altura es intimidante y la forma en que mira logra dejarte sin respiración. Samuel Sinclair ha sido parte del ejército desde que tengo memoria y siempre ha sido demasiado exigente con Sam.

—¿Se puede saber qué demonios significa tanto grito en esta casa? — pregunta el señor Sinclair. Él no alza la voz, pero eso es suficiente para que Sam y su madre guarden silencio.

—¡Tu hijo! ¡Eso es lo que significa!

Desde mi lugar miro a Sam y veo cómo él rueda los ojos. Su rostro está rojo de rabia y su mandíbula apretada conteniendo los mil insultos que pican en su garganta.

—¿Qué pasa, Samir?

—Nada— escupe Sam y hace el intento de avanzar hasta las escaleras, pero la mano del teniente Sinclair se aferra a su brazo y lo empuja de regreso a su antiguo lugar —. Suéltame.

—No lo haré hasta que me digas qué mierda es lo que sucede. ¿Por qué estabas gritando a tu madre?

—Por nada.

—Dime la verdad, Samir o sino...

—¿O sino qué? — Sam alza la barbilla de manera amenazante —Yo no soy uno de tus cadetes para que vengas a amenazarme.

Mi mejor amigo tironea el brazo liberándose finalmente del agarre de su padre. Yo trago saliva con dificultad y lentamente me voy acercando a la puerta para no seguir escuchando conversaciones ajenas. Sam sabe que estoy aquí así que es solo cuestión de tiempo para que él salga de casa.

Abro la puerta con cuidado y cuando estoy afuera finalmente, puedo respirar con normalidad. Cierro despacio y me acerco al coche para afirmar mi espalda en la puerta del conductor mirando mis manos temblorosas. hace mucho tiempo no presenciaba una discusión de esa manera. Ni siquiera las discusiones con mi madre llegaban a esa magnitud.

Aun afuera de la casa de los Sinclair yo logro escuchar los gritos de Sam y su padre. Enciendo un cigarro y pasados unos minutos, yo me encierro en el coche y enciendo la radio intentando distraerme un poco. Envío algunos mensajes y respondo los de Zemo donde él me pregunta cómo diablos se le cambia el pañal a un niño. Le grabo un mensaje de voz y cuando se lo envío, un fuerte estruendo se escucha haciéndome mirar hacia la derecha.

¿Este bebé es tuyo? | Bucky Barnes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora